La primera medida anti-china de la administración de Barack Obama se produjo el viernes, cuando la Casa Blanca anunció aranceles de importación de hasta el 35 por ciento para los neumáticos chinos durante tres años.
Desde su investidura en enero, Obama ha sido cauteloso en un momento de gran déficit federal ante el temor de que Pekín se deshaga de los bonos del Tesoro de EEUU, que suponen gran parte de los 2 billones de dólares de la reserva de divisas china.
El gravamen produjo una reacción de furioso nacionalismo en internet, un termómetro social al que Pekín es cada vez más sensible, por lo que el domingo China anunció una investigación por "dumping" contra la carne de pollo y autopartes de EEUU. Y el lunes llevaba el contencioso por los neumáticos ante la Organización Mundial del Comercio (OMC), una maniobra que, por la secuencia temporal, fue tildada de "represalia" por los analistas.
Se reiniciaba así la guerra comercial en la que la anterior Administración de EEUU había limitado numerosos productos chinos por la pérdida de puestos de empleo en su país y por el superávit comercial de China con EEUU, que el año pasado alcanzó un récord de 268.000 millones de dólares (182.250 millones de euros).
"Vamos a ver más incidentes así", señaló este miércoles a Efe Andy Xie, economista ex responsable de Morgan Stanley en Asia. "El empleo en EEUU está en su peor momento, y Obama fue elegido con el apoyo de los sindicatos. Por lo que EEUU elegirá sectores en los que todavía tiene capacidad de producción, pero con una alta cuota china".
Esta selección de sectores "servirá más para conseguir puntos políticos (para Obama) que empleo", ya que EEUU perdió capacidad en la mayor parte de las áreas en las que China la ganó, agregó Xie. Si Washington dice que las exportaciones chinas producen desempleo en su territorio, Pekín sufre la misma situación ante cada barrera estadounidense: la Asociación de la Industria del Caucho calcula una pérdida de 100.000 puestos de trabajo en el sector y de 1.000 millones de dólares, por lo que ha pedido ayuda a su Gobierno.
Tensión en el G-20
Esta nueva guerra puede nublar la cumbre del G-20 destinada a aliviar la crisis global -la peor des la década de 1930- que se celebrará en Pittsburg (EEUU) los días 24 y 25 de septiembre. En este sentido, He Yafei, viceministro de Asunto Exteriores, aseguró ayer que los aranceles "dañarán los intereses de la economía estadounidense y la recuperación global ante la crisis".
Los analistas huelen la guerra: "Ambos están adoptando posturas más duras en el comercio, lo que puede hacer su relación más complicada y beligerante", dijo Eswar Prasad, catedrático de la Universidad de Cornell, al diario "China Daily".
Sin embargo, Xie cree que las posturas de Pekín y Washington no están tan alejadas entre sí en el G-20 como de las de Europa o Japón: "La mayor divergencia es en la emisión de gases de efecto invernadero".
El hecho se produce después de que los analistas hablaran de una nueva Guerra Fría entre EEUU, mayor potencia económica, y China, tercera, ante la insistencia de Pekín de convertir su moneda, el yuan, en una divisa global, y la posibilidad de que la deje flotar. Un sistema financiero independiente del dólar también ha sido propuesto por Pekín ante el temor de una devaluación por déficit.
Pero ambos titanes tienen mucho que perder en esta guerra. De entrada, las exportaciones de China a EEUU son tres veces superiores a sus importaciones de EEUU, recuerda Xie. El gigante asiático "no puede ganar una guerra con pollos en este tipo de disputas. Sus investigaciones por las importaciones de EEUU van a quedar en eso, aunque son buenas para la propaganda interna. Aunque llevará el caso ante la OMC, porque le interesa mantener ese sistema", agrega el analista.
En este entorno, Xie descarta una Guerra Fría: "China tiene demasiados problemas domésticos, de conflicto social, para contemplar esa posibilidad. Pekín no quiere ni oír hablar sobre la popular idea de un 'G-2'. Cualquier fricción internacional hay que entenderla en ese contexto".
Pekín y Washington inician una nueva Guerra Fría... comercial y económica
El ruido de tambores por una nueva Guerra Fría entre China y Estados Unidos vuelve a sonar esta semana después de que Washington gravara con aranceles los neumáticos chinos y Pekín respondiera con una investigación contra el pollo y otras importaciones de EEUU.
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