La decisión del Gobierno de reducir el límite de velocidad a 110 kilómetros por hora no ha sido, como contestan sus críticos, "fruto de la improvisación". El defensor de la medida fue este miércoles el director general de Tráfico, Pere Navarro, que, en rueda de prensa en el Parlamento Europeo, explicó que la restricción responde "exclusivamente al ahorro energético".
Navarro recalcó que la medida no esconde otros motivos, como el afán recaudatorio o la reducción de la siniestralidad. "Si tiene otros efectos –aseguró- ya lo veremos". La decisión del Gobierno, en principio temporal, se tomó, como explicó él mismo desde Bruselas, sólo en base a un criterio: "por el precio del petróleo. Punto", insistió.
El responsable de la seguridad vial admitió que las decisiones del Gobierno encaminadas al ahorro de combustible necesitarán de la implicación del ciudadano para ser efectivas. "Se ahorrará si los ciudadanos quieren y, si no quieren, pues no se ahorrará", aseguró un lógico Navarro. "Porque éste es un camino que hemos de hacer todos juntos", explicó.
El piloto de moto GP Héctor Barberá, presente en la Eurocámara para presentar un manual de buenas prácticas para reducir los accidentes de motoristas, admitió que los 110 kilómetros por hora, como los 120 del antiguo límite, se le quedan cortos porque está "acostumbrado a ir al máximo". Sin embargo, el piloto valenciano aceptó que "las normas son para todos" e hizo hincapié en que "la carretera no es un circuito".
El campeón del mundo, el italiano Giacomo Agostini, también en Bruselas para promover medidas de seguridad vial, bromeó al hilo de las polémicas declaraciones de Fernando Alonso: "¡A 110 kilómetros por hora claro que te duermes!", exclamó el piloto italiano.