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Marichalar echa más leña al fuego: "Yo no tengo nada que ocultar"

Son palabras pronunciadas esta misma semana por el exduque de Lugo durante una fiesta navideña de la joyería San Eduardo.

Desde el entorno de la familia de Marichalar se afirma que si el exyerno peor tratado por la prensa hubiera querido enriquecerse, podría haberlo hecho en diversas ocasiones.  Para ello hubiera tenido que aceptar "las ofertas de todo tipo que recibió mientras todavía estaba casado con la infanta", cosa que no hizo, dicen desde fuentes cercanas a su familia: "Todavía le siguen proponiendo cosas".

Marichalar conserva, según La Otra Crónica, todos los puestos de trabajo que tenía durante su matrimonio. Consejero de AXA, Dior y Loewe, también forma parte del consejo de Waste Recycling Group, una empresa de tratamiento de residuos propiedad de Esther Koplowitz y con sede en Inglaterra. También está presente en el consejo de Societé Générale Inmmobilier, la gestora encargada de algunos importantes centros comerciales de España. Según algunas publicaciones, su sueldo anual podría alcanzar el medio millón de euros anuales.

Los cargos ejercidos por Marichalar son fruto de la amistad y confianza mutua del exduque de Lugo con Bernard Arnault, uno de los empresarios más ricos del mundo, desde hace varias décadas. Arnault confía en el criterio de Marichalar y le ha mantenido en el puesto pese a que ya no está casado con la hija del Rey. Ambos disfrutan de frecuentes reuniones en la mansión de París de Arnault, donde se reúnen con altas figuras de las finanzas, la política y el arte. La esposa de su amigo le presenta señoras estupendas, según LOC, para remediar su soltería, pero al parecer sin demasiado éxito.

Marichalar sólo tiene, en realidad, un negocio personal: una participación en una tienda de zapatos de Manolo Blahnik en Madrid, donde han invertido dinero otras celebridades. Es propietario, como el resto de sus hermanos, de una casita en la finca familiar de Soria, y dueño en solitario de su casa en el Barrio de Salamanca, un piso de tres alturas que compró con hipoteca y que será "la única herencia" que deje a sus hijos, como acostumbra a decir.

"Nosotros no caemos bien, la gente le tiene más simpatía a Cristina y a Iñaki", se lamentó una vez Marichalar. Pasado el tiempo, y tal y como dice LOC, cada uno ha sido puesto en su sitio. Mientras Elena sigue siendo una infanta tranquila y castiza, que nunca se ha separado de Madrid, y Jaime un hombre discreto que pasea su figura por las elegantes calles de Madrid, el duque de Palma y la infanta Cristina aparecen en el centro de la mayor polémica que ha sacudido a la Casa Real en su historia.

Marichalar fue en su momento el blanco más fácil de la prensa para poder atacar a la familia real. Nunca protestaba. A veces, incluso, se puso a tiro con alguna extravagancia, como pasear en patinete por los alrededores de su casa, o con su peculiar manera de vestir. Pero la realidad es que es un hombre solitario, que lamenta no poder ver a sus hijos con más frecuencia después del divorcio (la custodia compartida sólo le permite acceder a ellos dos fines de semana alternos al mes). Según su familia, sus hijos pasarán con él el Fin de Año, pero no la Nochebuena ni la Navidad. La infanta, al parecer, cumple con lo pactado de forma inflexible, sin más miramientos hacia el exduque. Todo ello propicia que Marichalar se sienta a menudo un tanto solo en su apartamento madrileño.

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