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Si Narciso reviviera… ¡se haría un blog de moda!

La leyenda cuenta que fueron los dioses quienes le castigaron. Pero hay teorías que señalan que era él quien rechazaba su imagen.

No hay que viajar en el tiempo a la mitología griega cuando tenemos el ejemplo de Cristiano Ronaldo que, ensimismado, es incapaz de aceptar una derrota con orgullo y humildad. Dicen que Narciso terminó arrojándose en el agua de tanto contemplar su belleza en el reflejo de un estanque. Pero no sabía que era él; se sentía enamorado de su propia imagen que le estaba rechazando sin que se diera cuenta de ello.

Ahora que es la semana del multicolor y los desfiles más variopintos por la Gran Vía madrileña, el blanco y el negro ya no riman. Quizás el portugués, de no ser heterosexual,  sustituiría a la belleza sensual paradigmática de Irina Shaykhlislamova por un metrosexual con cejas depiladas, cuerpo hiper-bronceado a base de rayos uva y con más músculo que neuronas en el cerebro, -nos consuela que al menos CR7 sabe jugar al fútbol, pese a su puntería poco acertada en la derrota contra el equipo español-.

Ahora bien, ¿realmente Narciso estaba enamorado de sí mismo? La leyenda cuenta que fueron los dioses quienes le castigaron. Sin embargo, muchas teorías psico-sociológicas apuntan a que, en verdad, lo que sentía era rechazo hacia su imagen. Narciso no se enamora de sí mismo, simplemente no se reconoce; y he aquí la necesidad de la aceptación del individuo que padece esta enfermedad.


Esta es una de las teorías que sostiene el sociólogo Christopher Lasch en La Cultura del Narcisismo –libro descatalogado que, por cierto, recomendamos, si omitimos sus continuos ataques al sistema capitalista como entorno en el que florece esta tendencia. “La ética del placer ha sustituido a la del logro”, afirma Lasch. Aunque también hay que decir, que más de una delicia se obtiene alcanzando la meta. O, ¿acaso, no se pasan horas y horas algunos entrenando en el gimnasio? Sin ironías, el narcisismo, sin llevarlo al extremo, es hasta sano –por no decir necesario.

La moda de Narciso en Facebook

Es curioso ver cómo aflora este sentimiento, definido por un exagerado egocentrismo centrado en el aspecto físico y en hacer alarde del mismo, en la primera década de este siglo, cuando las redes sociales y los blogs crean un mundo virtual paralelo. De pronto, en Facebook y Tuenti, en menor medida Twitter –pues dicen que es para fines ‘profesionales’-, todos quieren su cachito de gloria, de fama, de photocall, y de “fans” comentando un estado, una foto o un insignificante mapita en donde se supone que el GPS localiza al individuo que trata a su dispositivo móvil como a una prolongación de su cuerpo.

Sin darse cuenta, Facebook no sólo anuncia eventos, sino que se convierte en un ‘macroevento’ más en donde no hay que tener de pareja a un torero, a un futbolista o a un verdulero de Telecinco para ser protagonista y monopolizar tus propias portadas. Con frecuencia, portadas cuyo rol principal lo juega el físico. Pero, ¿qué papel cumple la moda en todo esto?

La retroalimentación de las tendencias

“Quiero que todos vean mi nuevo Gucci que me han regalado”- piensa la adolescente mientras sube la foto a su perfil.

Algunos lo usan como muestra del estatus social que tienen o que aspiran a tener; otros, como mera terapia para subir la autoestima en momentos de ‘bajón’. Así es cómo, accidentalmente, empiezan a surgir los famosos egoblogs de moda. No son blogs de moda a secas; son ego primero, y, después, si acaso, blogs, a modo de “querido diario, hoy me he ido de compras…”.

Hay quienes dicen que ayudan a inspirar a personas con poco gusto para el vestir –de lo cual no dudo en ningún momento- Otros lo ven como intrusismo en la industria, como asegura la directora creativa de la revista ELLE, Inmaculada Jiménez. Pero también son un posible motor de comunicación o incluso creación de tendencias.

El origen de las tendencias, en teoría, versa sobre el diseñador independiente o el director creativo de una firma –ya con cierto posicionamiento de la marca- que obtiene la inspiración de la realidad externa o simplemente viaja al pasado, al futuro o, a veces, la halla su musa en el surrealismo –anda que no hay prendas totalmente kafkianas en algunos desfiles-. De ahí saca un estilo, un producto, un color, una forma, un tejido que lo comunica con la colección que saca.

Pongamos de ejemplo las calaveras que puso de moda John Galiano, ex director creativo de Christian Dior cuyas declaraciones antisemitas descontextualizadas –y también pactadas- sirvieron de excusa para despedirle de la casa francesa. Pues bien, estas calaveras –que podrían considerarse una tendencia- están por doquier en pulseras de bisutería que tanto éxito han tenido entre los egloblogers, por cierto.


Y si de bisutería sigue tratándose, acordémonos también de las primitivas pulseras de Sara Carbonero que puso de moda tras el mundial de Sudáfrica de 2010, y que se vendían como churros. Seguro que a su fabricante inicial –que las vendía por 40 euros- también se le ocurrió dedicarle un “gracias, Sara”.

El desarrollo de las tendencias se empieza a vivir cuando hay un efusivo aumento de las ventas de un producto concreto caracterizado por unos rasgos determinados.

La competencia en el mercado, copia tales productos, que lideran las ventas, a veces con ligeras diferencias. Perfecto ejemplo: Inditex, que no deja pasar ni una semana desde que se da un desfile de alta costura, para sacar a los días a la tienda sus imitaciones –o inspiraciones- correspondientes de lo visto en la pasarela. Ahí entra el debate entre inspiración o imitación. Dicen que para imitación ha de haber un 80%, aproximado, de la plasmación del diseño del producto original. ¿Cómo lo medimos? Ahí está la subjetividad jurídica.

Y, por último, las tendencias pasan por el filtro de los medios de comunicación que más poder tienen en esta industria. No sin enterrar el enorme peso de los líderes de tendencias. Sin embargo, ahora hemos de añadir un nuevo actor: los egoblogers que más éxito tienen –con millones de visitas-  que, no sólo filtran las tendencias, sino también las crean. Así, llegamos a un un nuevo paradigma multidireccional en el que los propios egoblogers crean las tendencias, e incluso las llegan a materializar creando sus propias colecciones de ropa o complementos, con su tienda online incorporada que permite la venta de sus productos. No olvidemos el caso de INDITEX que fue acusada de plagiar las camisetas diseñadas por diferentes blogueros. ¡Y eso que tienen más de un centenar de diseñadores trabajando!


El país multicolor de la Gran Vía

Siguiendo con las tendencias, la dificultad reside en si una tendencia es inventada o, por el contrario, nace en la ‘calle’ o/y en los sucesos socioeconómicos y culturales, para su posterior plasmación en ropa. Enrique Loewe es de lo que piensan que la manipulación en esta industria no existe. Cuenta el nieto del fundador de la empresa hispano-francesa en una entrevista para la revista Brand of the Art: "No creo que la moda sea impuesta. Hoy en día es tal la diversidad de propuesta que anula la elección: hablamos de un consumidor que sabe lo que quiere, lo que necesita. Las empresas tienen que intuir la demanda y las tendencia".

El caso es que ahora todo está de moda –pese a que Enrique Loewe diga que la verdadera moda es no ir a la moda-. Cuantas más décadas mezcles, más estampados y más colorido fusiones, más encajas. Si le añadimos el extra de que el ‘Orgullo Gay’ ya está aquí.

Así no es de extrañar que este sábado 30 de julio la Gran Vía se disfrace de multicolor. El blanco y negro ya no riman, como decíamos al principio. Hoy te miran raro si acudes a la universidad vestido con camisa; dirán que eres ‘frívola’ si decides hacer la compra sobre unos tacones de 10 centímetros; o te tildarán de ‘snob’ por tener la costumbre de almorzar con la familia vestido, como decíamos antaño, con la indumentaria del domingo. Si te anudas un jersey al cuello, es que votas a los populares. Pero los mismos que dicen esto último, nada dedican a las ‘camaradas’ de UGT y CCOO cuando se les ve con las emblemáticas bufandas a cuadros de Burberry o esos Rolex que aseguran que son regalos.

Sin duda alguna, si Narciso reviviera –si es que no decide reencarnarse en Cristiano Ronaldo-, en lugar de tirarse al estanque, terminaría inyectándose bótox, especializándose en técnicas de retoque fotográfico y haciéndose un blog de moda.
 

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