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Los pescadores del Estrecho sienten que son los "esclavos" de Gibraltar

Tras la polémica de los bloques de hormigón los pescadores están "hartos de realizar la voluntad de los gibraltareños".

La conversación telefónica de Cameron y Rajoy tras el "se acabó el recreo" de José Manuel García Margallo, ha sido, de momento el punto culminante en el plano político de la última crisis con Gibraltar. Con las autoridades del Peñón llevando las colas en la frontera a Bruselas y amenazando con acciones legales, y el Ministerio español defendiendo la legalidad de los controles frente a Reino Unido y la UE, el conflicto por Gibraltar ha vuelto a convertirse en motivo de choque entre la diplomacia española y británica.

El origen de este nuevo encontronazo está, de nuevo, en las aguas que rodean el Peñón, que Gibraltar defiende como propias y que son de titularidad española. A finales de julio, los pesqueros gaditanos que faenan en la bahía denunciaron el vertido de 70 bloques de hormigón que destruían los caladeros de los pescadores en el Estrecho. Un barco arrojaba sin previo aviso estos bloques en el mismo lugar en el que lanzan sus redes los pequeños barcos de la cofradías de Algeciras y La Línea de la Concepción, varios pescadores vieron como un remolcador estaba tirándolos al agua y dieron aviso a la Guardia Civil, los que no pudieron hacer nada ya que al acercarse, el barco de los bloques se marchaba sin responder.

Según el Gobierno de Gibraltar, estos bloques de hormigón armado eran un intento de crear un arrecife artificial. Desde el sector pesquero, se interpretaba como un nuevo intento de impedir trabajar a los pescadores españoles, que han venido sufriendo en los últimos meses el hostigamiento de las patrulleras gibraltareñas.

Esta semana ha trascendido que hay más bloques de hormigón junto a la Línea, en aguas en principio que están fuera de la zona de litigio entre España y Reino Unido. Los pescadores sospechan que los bloques están colocados en "zigzag" y no en forma de cuadrícula como se supone que tendrían que estar si fueran reales las intenciones de Gibraltar de crear una barrera artificial con el único objeto de proteger el medio marino .

En declaraciones a LD, el Patrón Mayor de la Línea de la Concepción de Cádiz ,Leoncio Fernández, ha explicado cómo estos bloques destrozan las redes de los pescadores. No tiene dudas: "los han tirado a mala leche". Ha afirmado que ya "han perdido un caladero" y que están "aburridos" de las actuaciones del Gobierno gibraltareño.

Fernández ha comentado que lo que piden, tanto él como sus compañeros pescadores, es que las medidas que el Gobierno prepara, el plan de mano dura anunciado por Margallo con inspecciones fiscales e incluso tasas para entrar al Peñón, se lleven a puerto y que los bloques se saquen de allí inmediatamente.

El pescador se ha quejado de los altos impuestos que tiene que pagar por tener su barco y sobre todo "que los que viene de Gibraltar no los pagan". Fernández ha confesado que a veces se sienten los "esclavos" de los gibraltareños y que ya están "hartos" de la situación, ya que tienen que hacer su voluntad.

También ha indicado su intención de ponerse en contacto con el Gobierno para pedir que frene el asedio a los pescadores españoles del Estrecho.

Desde el Tratado de Utrecht

El Gobierno gibraltareño lleva años haciendo y deshaciendo a sus anchas, sin tener en cuenta la opinión del ejecutivo español, ni las leyes medioambientales, ni el tratado en el que se les dio el territorio, el de Utrecht en 1713. El documento dejaba claros los términos de la cesión: la plena y entera propiedad de la ciudad y castillos de Gibraltar, juntamente con su puerto, defensas y fortalezas que le pertenecen. El tratado hablaba del puerto, de nada más. Las aguas que rodean Gibraltar seguirían siendo españolas de todos modos.

Según el Tratado son británicos la ciudad, el castillo y las edificaciones agregadas en 1704. Pero ¿qué pasa con el aeropuerto construido, las ampliaciones del terreno que se llevaron y la "gasolinera flotante" que se han construido en Gibraltar? A la lista de agravios se ha sumado ahora la de la barrera artificial creada sin contar con las autoridades españolas, detonante del último capítulo de la tensión con el Peñón.

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