Durante el acto de entrega de credenciales a las nuevas autoridades electas de Bolivia para el periodo 2015-2020, Evo Morales fue ignorado por una diputada opositora que se negó a darle la mano. Al ver la actitud de la legisladora, el presidente sólo atinó a sonreír.
Después de lo ocurrido, la diputada por el Partido Demócrata Cristiano (PDC), Norma Piérola, quien saludó a todos los vocales del Tribunal Supremo Electoral (TSE), señaló que era "un acto de rebeldía" y agregó que "no me importa si me llaman maleducada por dejarlo colgado. Yo no reconozco a un presidente ilegítimo, que vulnera los derechos humanos y que no cumple su palabra".
Después de lo ocurrido, los diputados oficialistas comenzaron a abuchear a la diputada. Ella aclaró que "no es un desplante, es simplemente un acto de sinceridad (…) ya que no reconozco a una persona que viola la Constitución para imponerse por tercera vez consecutiva. Estamos transitando prácticamente una dictadura y alguien en el país debe mostrarle al presidente que no estamos con él todos". Finalmente dijo que "lo siento mucho, no quise ser grosera, porque no pensé que él iba a estirar la mano" pero aclaró que así "demuestro mi repudio a su actitud dictatorial".
La reacción del Gobierno no se hizo esperar y más allá de considerar la explicación de Piérola, prefirió sacar sus propias conclusiones. Es así que el viceministro de Descolonización, Félix Cárdenas, señaló en declaraciones hechas públicas por el diario El Deber, que "el racismo, la discriminación y la incitación son delitos de orden público, la actitud de Norma Piérola es abiertamente racista, es una incitación y hay muchos tipos que confluyen para iniciar una demanda. Vamos a iniciar una demanda, la discriminación se expresa en la actitud de descortesía".