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TURNO DE RÉPLICA. Mariano Rajoy

Señor presidente del Congreso, señoras y señores diputados, no he oído muchos argumentos ni me ha parecido que se hayan dado muchas razones para rebatir los míos fundamentalmente por parte de quienes han apoyado estos textos. Hemos oído muchas disculpas, muchas explicaciones y muchas justificaciones, pero no hemos oído ni hemos visto convicción por parte de ningún interviniente en el texto que hoy se está sometiendo aquí a debate y a votación.
 
Señorías, creo que se han producido desde esta mañana dos hechos especialmente significativos, solo dos. El primero es que el señor presidente del Gobierno ha venido aquí, el segundo es que el señor Pérez Rubalcaba ha demostrado una vez más lo que ya le dije en la reunión de la Comisión Constitucional, que es un perfecto profesional capaz de decir una cosa y la contraria sin que se le mueva un solo músculo. Señor Pérez Rubalcaba, no estamos aquí en un debate de habilidades, sino en un debate de convicciones, de principios y de lo que le importa a EspañaNo me lea el Estatuto valenciano, por favor, porque yo acepto para el Estatuto de Cataluña la redacción del artículo primero del Estatuto valenciano, lo acepto, y si todos los diputados de esta Cámara, o con que ustedes lo hagan, me lo acepten, estoy dispuesto a cambiarlo. El pueblo valenciano, históricamente organizado como Reino de Valencia, se constituye en comunidad autónoma dentro de la unidad de la nación española. ¿Por qué se olvida usted de esto, señor Pérez Rubalcaba?                              
 
Señoras y señores diputados, no he oído ni un solo argumento sobre el procedimiento de elaboración de este Estatuto, ni uno. Reitero, dos años y medio, hemos asistido a una subasta afirmado por algunos de los propios intervinientes: primero fue el Estatuto del tripartito, vimos cómo se presionaba a Convergència i Unió; después cómo el señor Rodríguez Zapatero pactaba con Convergència i Unió; después cómo pactaban lo contrario de lo que habían pactado; después cómo hicieron una redacción ininteligible; después supimos que habían roto con Esquerra Republicana y habían molestado al presidente de la Generalitat; ahora vemos, y lo verán ustedes, cómo se presiona a Esquerra Republicana. Al final de lo que se trata es de quitarse esto encima ya y a ver si la gente se olvida. La historia más rocambolesca, el procedimiento más curioso que hayamos visto desde 1978.
 
Señorías, ni uno solo de los intervinientes ha dado un solo argumento para demostrar que este no es un Estatuto en buena parte ininteligible. Les recuerdo lo que dijo en su día -porque es muy instructivo- Montesquieu: Es esencial que las palabras de las leyes susciten en todos los hombres las mismas ideas. La vaguedad de los términos es un artilugio con el que se engaña al pueblo y se genera inseguridad en los destinatarios.
 
Señorías, no sabemos si aquí se regula o no la eutanasia, no lo sabemos; no sabemos por qué no se habla de libertad de enseñanza y se habla de enseñanza laica; no sabemos, señorías, qué modelo de financiación hemos aprobado, porque aquí se nos dice, señoras y señores diputados, que la inversión pública del Estado se hará en función del PIB, pero es que el proyecto de Estatuto de Autonomía de Andalucía, que está en este momento debatiéndose, dice que esa inversión no se hará en función del PIB sino de la población, y cualquier otro Estatuto que se pueda aprobar ahora mantendrá un criterio diferente. ¿Qué estamos haciendo entonces, un Estatuto que no se va a aplicar? ¿O por qué no se dice claramente que los criterios los tienen que establecer las Cortes Generales, la soberanía nacional, el conjunto de los españoles? Las inversiones del Estado se harán en función de los criterios que se digan aquí, y no en función de los criterios que se digan en ningún Estatuto de autonomía porque, entre otras cosas, pueden decir, como ya estamos viendo, cosas contradictorias.
 
Señorías, voy a hablar de la Nación. La Constitución española dice que aquí solo hay una Nación. Yo pido que se lea la redacción de los Estatutos de Autonomía de Cataluña de los años 1932 y 1979, allí no se hablaba de Nación. Si Nación no significa nada, como dice el Partido Socialista, pido que se retire, porque es absurdo utilizar expresiones y cambiar la legislación cuando esto no tiene ningún valor. Si significa lo que dicen los nacionalistas, pido también que se retire porque liquida el Estado constitucional. Lo cierto es que usted y el señor Mas, al que aprovecho para saludar desde aquí, han pactado, han acordado y han interpretado  lo que han pactado de manera distinta.
           
Hablamos de las fuentes del poder. En los Estatutos de 1932 y de 1979 se decía: los poderes de la Generalitat emanan de la Constitución, del Estatuto y del pueblo. ¿Por qué hoy solo se dice que emanan del pueblo de Cataluña? Si no significa nada, como dicen ustedes, retírenlo, y si significa lo que dice el señor Mas, retírenlo también porque liquida la España constitucional.
           
Señorías, aquí no valen los relativismos, aunque en este Gobierno y sobre todo en su presidente todo es relativismo, no vale quitarle importancia a las cosas, porque la tienen. El señor Rodríguez Zapatero dijo un día que en una democracia avanzada no se discuten ni las palabras ni los conceptos. Yo quiero decirle que no se es más demócrata ni más avanzado por quitarle valor a las palabras y por tergiversar los conceptos. Están ustedes jugando con fuego. Nos van a dejar una bomba de relojería que puede estallar mañana o pasado mañana, pero que se queda ahí. No estamos ante una actualización del modelo autonómico, como dijo el señor Rodríguez Zapatero faltando a la verdad. Este es un salto cualitativo muy importante, estamos hablando de la soberanía y del origen del autogobierno; estamos hablando de dónde reside el poder soberano, quién es el poder primero  el último. Pido que se retire la expresión Nación y pido que se diga, señores del Partido Socialista, que los poderes emanan del pueblo español, porque los nacionalistas no interpretan lo que ustedes interpretan. Léanse una de las muchas resoluciones de la Declaración de Barcelona, fíjense: Pese que a los derechos de nuestras Naciones son previos a la Constitución algunas interpretaciones centralistas -supongo que serán las suyas- han fundado el derecho al autogobierno en la Carta Magna y no en las propias Naciones.
 
Este es el criterio que defienden los nacionalistas y que según el señor Mas -y yo creo que tiene razón- se plasma en este Estatuto. Pero fíjense, señoras y señores diputados, en lo que dice   un   ilustre -entre comillas- político de nuestro país: que un gobierno español o que un presidente español acepte la existencia de naciones diferentes a la española es sencillamente una revolución política. No ha habido nunca en el Estado español -tiene razón- ningún presidente del Gobierno -hasta hoy- que haya aceptado este término siquiera con ambigüedad. Por tanto, para nosotros es importante que este debate esté encima de la mesa y que los catalanes del Principat hayan adoptado una decisión así. Evidentemente, como se acepte ese término va a ser un termómetro de lo que se podría o no hacer en Euskal Herria. Esto lo ha dicho el señor Otegui, señor presidente del Gobierno, no estamos hablando de un tema menor.
           
Por cierto, señor presidente del Gobierno, no lo he dicho por la mañana porque no estaba usted aquí cuando era su obligación hacerlo. Hablé con usted el otro día; he dicho que estoy dispuesto a apoyarlo. Le agradecería que fuera leal, como yo pretendo serlo, y que no nos encontremos en los medios de comunicación noticias como las que conocimos en el día de ayer. Tiene usted obligación de ayudar a que los demás también le ayudemos.
 
Señoras y señores diputados, creo que este Estatuto es malo para los ciudadanos de Cataluña. ¿Qué ganan cuando convierten sus derechos en deberes los ciudadanos de Cataluña? ¿Qué ganan cuando se recorta su libertad para dar vía libre a las administraciones? ¿Qué ganan los padres con un Estatuto en el que preocupa más controlar la inspección y las becas que la libertad de enseñanza, que ni siquiera se menciona? ¿Qué ganan con una justicia en la que se prima más el conocimiento del Catalán que la formación de los jueces? ¿Qué ganan cuando la unidad de mercado desaparece? ¿Qué ganan cuando aumentan los controles y los trámites burocráticos? ¿Qué ganan cuando se aprueba un título I como el de derechos y deberes, un título absolutamente impresentable, desde el punto de vista jurídico y de sus contenidos? Yo pido a los que se dicen liberales y a los que se dicen defensores del humanismo cristiano, si de verdad quieren hacer honor a su palabra, que voten que no a este título I del Estatuto.
 
Señoras y señores diputados, se ha hablado aquí -y voy a dar respuesta- de catalanofobia política. He preguntado en mi primera intervención cuál es el coeficiente intelectual de quienes utilizan tan brillantísimos argumentos. Lo he preguntado. Ahora pregunto cuál es el coeficiente de vileza, maldad y de falta de principios de quienes utilizan esos argumentos.
 
Señoras y señores diputados, cuando no hay argumentos, al final uno tiene que ser anticatalán. Yo quiero decirles una cosa. Yo hablo aquí como cualquiera de los que intervenga aquí en representación de la soberanía nacional; yo hablo en nombre de muchos catalanes. ¿O es que yo no puedo hablar en nombre de los ciudadanos de Cataluña? ¿Qué pasa, que está prohibido que yo hable en nombre de los ciudadanos de Cataluña?
 
Señoras y señores diputados, es una vileza, señor Pérez Rubalcaba, calificarme de anticatalán por defender criterios distintos a los que tienen los nacionalistas, que son los mismos criterios que ustedes han defendido siempre.
 
Señoras y señores diputados, no acepto que nadie se apropie de Cataluña ni que nadie hable en nombre de Cataluña. Nunca he venido yo a este Congreso a hablar en nombre de Pontevedra ni en nombre de Galicia, y ninguno de ustedes tiene derecho a arrogarse la representación del pueblo de Cataluña, porque Cataluña es un país plural, como lo es también España, y hay gente que piensa como usted, como usted y como yo; como ustedes no sé, porque a lo mejor es difícil encontrar gente que piense hoy  una cosa y mañana exactamente la contraria.
 
Señoras y señores nacionalistas, cuando yo no comparto el contenido de este Estatuto o cuando les critico a ustedes no critico a Cataluña, les critico a ustedes; igual que cuando critico al señor Rodríguez Zapatero no estoy criticando a España, estoy criticando al señor Rodríguez Zapatero.         
 
Señoras y señores diputados, voy terminando porque me lo exige el presidente de la Cámara y no porque me apetezca. Sé que ustedes quieren que termine porque sé que les es muy molesto que  diga lo que estoy diciendo. Lo sé. Lo sé y me pongo en su lugar, pero quiero decirle una cosa, señor presidente del Gobierno. Nunca ha habido en la historia de España, como muy bien decía la persona a la que antes he citado, un presidente del Gobierno que haya reconocido o haya admitido que una parte de su país es otra nación, y no hay ningún país del mundo -y si lo conoce, suba a esta tribuna y dígalo- que esté formado por varias naciones.
Muchas gracias.

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