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La agresión fantasma al ciudadano Bono, una historia de manipulaciones

El juicio por la presunta detención ilegal de dos militantes del Partido Popular, que ha quedado visto para sentencia, podría terminar con la primera detención ilegal de dos militantes de un partido por el mero hecho de serlo en lo que va de democracia. Sin llegar a ser tan grave, hay más hechos que rodean la agresión fantasma al “ciudadano” Bono que no dejan de tener importancia, como el intento de desacreditar a la AVT y la manipulación informativa de todo lo ocurrido por parte de los medios de Prisa.

El juicio por la presunta detención ilegal de dos militantes del Partido Popular, que ha quedado visto para sentencia, podría terminar con la primera detención ilegal de dos militantes de un partido por el mero hecho de serlo en lo que va de democracia. Sin llegar a ser tan grave, hay más hechos que rodean la agresión fantasma al “ciudadano” Bono que no dejan de tener importancia, como el intento de desacreditar a la AVT y la manipulación informativa de todo lo ocurrido por parte de los medios de Prisa.
El sábado 22 de enero de 2005, José Bono se dio un paseo por la manifestación para darse un baño de masas como un ciudadano más, alejado de la pancarta y de las autoridades que acompañaban a las víctimas del terrorismo. Se manifestaban en contra de la negociación del Gobierno con ETA, que se manifestaba entonces en una carrera por excarcelar a alguno de los miembros más sanguinarios de la banda terrorista. Su presencia despertó recelos entre varios manifestantes, alguno de los cuales se dirigió al ciudadano Bono, escoltado por guardaespaldas y un fotógrafo, insultándole. Le zarandearon e incluso más tarde Bono alegó que le habían golpeado. Bono y Rosa Díez, que le acompañaba, salieron de la manifestación entre gritos, unos en contra de él, otros en contra de los increpantes.
 
La agresión fantasma a José Bono reventaría y desvirtuaría el sentido de la manifestación, serviría al Gobierno y al PSOE a desactivar a la AVT, intentando situarle como una marioneta de “la derecha”, es decir, del PP un partido, lo diría el PSOE de Madrid, “compatible con la violencia”. Con la que supuestamente se utilizó contra Bono.
 
El comportamiento de los medios de Prisa no fue más brillante en este asunto que en otros. El mismo día 22 la Cadena SER afirmaba que Bono había sido agredido, e incluso contaba con la pistola humeante: le habían golpeado “con una bandera española”. El diario El País habló con él ese mismo día, y el aguerrido ministro de Defensa dijo nada menos que “me he llevado un buen puñetazo en las costillas”. E insistía en que le habían agredido: “En España son muy pocos, pero allí eran muchos. Desde la época de Franco, jamás había sentido en una manifestación que me podían agredir. Si no está allí la policía... los escoltas han hecho lo que han podido, pero era mucha gente, de todo tipo, también señoras que me insultaban y me llamaban apóstata, defensor de los maricones, asesino. He llegado a estar preocupado por mi hijo, sobre todo por la imagen que le quedará. No tengo cardenales, pero me han dado muchos golpes por la espalda, porque la policía protegía el frente".
 
Pero Bono mintió o se llevó una impresión muy equivocada. Dos días más tarde, José Antonio Alonso, entonces ministro de Interior, declaró que Bono acudió a la manifestación con su "cápsula de seguridad" y que estuvo en todo momento protegido por la Policía, que lo sacó de allí "sin lamentar ningún tipo de desgracia personal". Es más, luego lo sabríamos, los ocho agentes que prestaron declaración coincidieron en que el ministro recibió gritos e insultos cuando se incorporó a la manifestación, pero insistieron en que no se produjo ningún tipo de agresión física contra las personalidades que estaban protegiendo.
 
Pero Cadena SER y El País insistían en que el ministro había sido agredido. No en vano es lo que el propio Bono había declarado al diario de Prisa. El domingo 23, antes de que Alonso dijera que su colega no había sufrido “ningún tipo de desgracia personal” gracias a la protección policial, la SER insistía en que Bono había sido agredido con una bandera de España. El País elaboraba ese día la información que aparecería publicada al día siguiente, y que reconocía que según fuentes policiales consultadas por el diario, "la verdad es que no se ve nada claro, y es muy difícil que se llegue a individualizar la agresión", según fuentes conocedoras de las pesquisas. Por otro lado, dichas fuentes contradecían la versión de la SER, que hablaba de un golpe con una bandera, algo que en aquellas circunstancias solo podría ocurrir si le golpearan por lo alto. Puesto que no se vio nada de ello, y el ministro había dicho que le habían pegado “un buen puñetazo en las costillas”, las fuentes de El País concluían que "los golpes se los dieron sin que se viera, por abajo”.
 
José Antonio Alonso todavía se acuerda de sus palabras del 24, dos jornadas después del día de autos, cuando declaró que se estaba llevando a cabo una "seria labor de investigación" y el delegado del Gobierno en Madrid ya tiene "nombres y apellidos". Corresponderían a los de Isidoro Barrios y Toñi de la Cruz, dos militantes del Partido Popular de Las Rozas, una localidad situada al noroeste de Madrid y contra los que se alegó como toda prueba fue una fotografía sacada por el diario ABC en los que los dos militantes miraban al ministro con tres filas de personas de por medio.
 
Alguien les reconoció e informó a la SER de que eran militantes del PP rozeño. Era todo lo que necesitaban. Llamaron al presidente de los populares en dicha comunidad, Javier Espadas, que les confirmó que pertenecían a su agrupación. Alonso contaría más tarde que la Policía cruzó los datos de la entrevista con los de la foto y los archivos de DNI, con los que les identificaron "para ver quiénes eran y qué es lo que hacían en la manifestación". Alonso llamó a todo ello "motivos racionales para entenderlos implicados en los hechos". Estaban en un radio en torno a Bono en el que no habría menos de 20 personas, pero los "motivos racionales” apuntaban solo a los que militaban en el PP. Más tarde, Interior se vio obligado a reconocer que se les detuvo sin investigación policial.
 
La situación había cambiado radicalmente. Los dos militantes del PP, que le servían al PSOE, al Gobierno y a Prisa para denigrar la “polémica manifestación” de la AVT, eran claramente víctimas de una trama, y no culpables de ninguna agresión. La Cadena SER había entrevistado a Pilar Manjón, que dejaba ver su opinión de que se manipulaba a las víctimas, léase a la AVT. Luego diría la SER interpretando a Peces Barba que según él "la manipulación de las víctimas" generó "un clima de odio". El argumento estaba construido: el PP manipulaba las víctimas, lo que creó un "clima de odio" que acabó en la "agresión" a Bono.
 
Isidoro Barrio y Toñi de la Cruz habían acudido a dependencias policiales por propia voluntad, pero una vez allí se les leyeron sus derechos y se les detuvo, algo que daría pie a otra actuación “brillante” de los medios de Prisa, porque desde el comienzo informaron de que, efectivamente, los dos militantes habían sido detenidos. El día 25, cuando todas las sospechas sobre la irregularidad de la detención de los dos militantes del PP marcaba el discurso de medios y políticos, la Cadena SER informaba de que “dos de las personas supuestamente involucradas en la agresión al ministro José Bono han sido puestas en libertad tras declarar en calidad de detenidos”.
 
Al día siguiente, el miércoles, 26 Constantino Méndez, Delegado del Gobierno en Madrid, rectificaba. Si era una detención y era ya claro que resultó de lo más irregular, podríamos estar ante la primera detención ilegal de unos miembros de un partido motivada en exclusiva por su militancia en toda la democracia. Precisamente eso es lo que denunció la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre. Méndez dijo que no hubo detenciones y que simplemente eran “imputados”.
 
Cambia la consigna, y cambia la información de la Cadena SER. Puesto que el miércoles resultaba imposible negar que según los propios policías no hubo agresión, la SER lo revestía titulando que “el atestado policial revela que Bono sufrió un intento de agresión que evitó la protección policial”. Donde antes había agresión, ahora no la hay. Estaba clarísimo. De hecho, una semana más tarde, en su comparecencia ante el Parlamento, “tan claro ha visto los hechos el ministro que sólo ha necesitado quince minutos para dar cuenta de los mismos”, nos decía la SER.

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