L D (EFE) Peces Barba asegura en un artículo que este viernes publica El País titulado "Las malas formas" que la noticia de que Bono podría sustituir a Manuel Marín "parte de una desconsideración a la autonomía institucional del Parlamento y a la autonomía de su presidente". "Estamos indudablemente ante malas formas, ante prácticas viciosas que deshonran a quien las emplea y descartan la virtud que debe ser una cualidad de quien gobierna", afirma en su artículo el catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad Carlos III, ex rector de esta universidad madrileña, y ex comisionado del Gobierno para las Víctimas del Terrorismo.
Peces Barba dice que la noticia del regreso de Bono es una comunicación "prematura y poco considerada" para Marín, que "se agrava porque procede de las filas socialistas, de Ferraz o quizás de la misma Moncloa", y alaba la reacción del presidente del Congreso por ser "un signo más de su elegancia y de su categoría". "Por una vez, la malicia y la mala intención no proceden de la oposición, sino que se han generado en los entresijos del poder, que teóricamente, al menos, tiene como función primordial preservar y defender a las instituciones", asevera.
El ex Alto Comisionado para las víctimas del terrorismo alaba la figura de Bono del que dice que es "un gran activo socialista" aunque añade que no se puede entender "que haya sido utilizado como ariete para debilitar al actual presidente del Congreso".
Asimismo, elogia la "discreción", "honestidad", "sentido del deber" e "integridad moral capaz de superar cualquier prueba" de Manuel Marín y añade que está siendo un presidente del Congreso "neutral, que cumple con su deber con un velo de ignorancia que excluye el favorecimiento y cualquier pérdida de la objetividad ante la toma de decisiones".
Peces Barba denuncia que "existe desde hace muchos años una política de instrumentación de todas las instituciones al servicio del Poder Ejecutivo, sin respeto y con malos modos" por la que "se estima que todos los organismos y quienes los dirigen se subordinan a las directrices que manda el presidente del Gobierno de turno".
"Son las consecuencias de un sistema que confunde la lealtad con la sumisión y que considera a quienes actúan en el espacio público como unos delegados al servicio del poder supremo", agrega Peces Barba. Afirma que este sistema "ha ido perdiendo a muchas personas decentes que se van en silencio para no perjudicar", pero que "reaccionan cuando se quiere pisotear la dignidad de las personas y de las instituciones desde las malas formas".