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Alicia Delibes

Educar en valores

Siempre que se hablaba de la educación en valores me había preguntado hasta qué punto tiene el Estado derecho a entrometerse en las conciencias individuales de los escolares que acuden a recibir la enseñanza en escuelas y centros públicos. ¿No serán los padres los únicos responsables y moralmente capacitados para decidir qué valores quieren trasmitir a sus hijos?¿no debería el Estado limitarse a dar una buena instrucción y enseñar el respeto a la ley y a las normas de convivencia de nuestra sociedad?

Sin embargo después de este fatídico 11 de septiembre, cuando la vulnerabilidad de la democracia que creíamos fuera de peligro en nuestro mundo occidental se ha hecho evidente, creo que no es este respeto a la ley lo único que el ciudadano debe aprender de un Estado democrático. Creo que es preciso que nuestros niños y jóvenes sepan que la libertad, los derechos individuales y la democracia que disfrutan se ha construido sobre el sufrimiento y el esfuerzo de mucha gente que quiso hacerles herederos de un mundo mejor.

Por eso, después de presenciar el dramático espectáculo del pasado martes y la aterradora imagen de esos niños musulmanes que alborozados levantaban los dedos con el signo de la victoria mientras contemplaban el dantesco espectáculo de miles y miles de personas que morían calcinadas dentro de esas emblemáticas torres neoyorquinas, estoy segura de que es necesario inculcar en las conciencias juveniles la obligación de preservar los logros de nuestra civilización y de defender los derechos que con tanto esfuerzo se han conseguido a lo largo de los años.

Cuando se inaugura un curso escolar en el que una de las mayores preocupaciones es la forma de integrar en nuestro sistema al cada vez mayor número de hijos de inmigrantes es necesario discutir, con sentido común y sin necesidad de pagar tributo a doctrina demagógica alguna, esas cuestiones que se están llamando “interculturalismo” o “multirracialidad”. Argumentos basados en los bondadosos deseos de una malentendida tolerancia no pueden conducir a nuestros hijos ni a los de quienes llegan a nuestro país en busca de un futuro mejor a caer en el error de pensar que todas las “culturas” son igualmente válidas.

En Sociedad

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