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Alicia Delibes

El baile no ha hecho más que empezar

Creía Pilar del Castillo que bastaba un ánimo dialogante para que, aquellos que no han conseguido gobernar España por los siglos de los siglos pero que creen que han logrado imponer en el mundo de la educación su pensamiento único, le permitieran meter mano a la que consideran gran obra social del gobierno de Felipe González. No han tenido paciencia para conocer los decretos y ya han saltado sobre ellos con el padre de la LOGSE, el señor Marchesi, a la cabeza.

Dicho sea de paso, el que fue secretario de Estado de Educación con el gobierno socialista, Álvaro Marchesi, cuando el PP ganó las elecciones, alejado del Ministerio, pasó a dirigir IDEA, un instituto privado que ofrecía una evaluación completa de los centros educativos, ya fueran públicos o privados, al módico precio de 300.000 pesetas.

Claro que estas cosas pasan por no querer afrontar de una vez por todas y con absoluta seriedad y firmeza el asunto de la enseñanza en España, por no querer aceptar, como ya lo hacen los suecos, británicos y estadounidenses que la llamada “comprensividad” ha sido una experiencia fallida.

¿Cómo se puede seguir diciendo que la LOGSE es un logro social incuestionable cuando no ha sido capaz de resolver ni uno solo de los problemas que la educación tenía planteada en el último tercio de nuestro siglo? ¿Cómo se puede seguir alabando una ley que ha ocasionado un gasto público del que no se ha sacado ninguna rentabilidad social? ¿Cómo se puede seguir diciendo que los partidos socialistas apoyan la enseñanza pública cuando la han dejado en estado agónico?

Según el señor Marchesi “el modelo que está proponiendo el Ministerio de Educación, en la materia de Historia de España que se debe estudiar en todas las comunidades es prácticamente igual que la de hace treinta años y la enseñanza en valores aparece marginada, es un grave retroceso”.

¿Cómo se puede ahora criticar una reforma de programas apelando a la demagogia de la educación en valores? ¿Alguna vez Marchesi y los demagogos que, arrobados, le rodean serán capaces de reflexionar sobre el daño que su sistema de enseñanza está haciendo en la sociedad?

Pero en fin, el baile no ha hecho más que empezar. Ya veremos lo que ocurre cuando se conozcan los tan celosamente guardados programas de matemáticas, ciencias, física, química y demás “materias curriculares”.

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