Menú
Amando de Miguel

Correos más personales

Estoy de acuerdo en que “los libros están muy caros”, puesto que yo consumo mucha letra impresa y me he gastado la hijuela en pasta de papel. Ahora bien, se trata de un juicio relativo.

Esta seccioncilla no solo admite disquisiciones léxicas, purismos gramaticales, quisicosas en torno a las lenguas. Caben también algunos desahogos más personales pero que pueden ser de interés para la tribu entera de estos apasionados libertarios digitales. Doy cuenta de algunos de ellos como general ilustración. Soy el primer sorprendido de que esto de la lengua viva aflore tantas emociones.

Moshé Yanai (Ramat Hosharón, Israel) nació en Barcelona de familia judía, que fue expulsada por el franquismo. Aunque domina el hebreo y el inglés, considera el español como su “idioma preferido”. Mantiene un “Taller de Escritura Creativa” con otros israelíes de origen suramericano. Me congratulo de tener corresponsales lejanos tan ilustrados que participan del lazo del español que nos une a todos. Espero que don Moshé (¿puedo llamarlo Moisés?) aporte aquí sus experiencias y vacilaciones.

Amaya Viros-Usandizaga envía unas líneas de ánimo por el acoso a que nos vemos sometidos en la COPE y en otros medios. “Solo quiero que se cuiden muy mucho para que no nos fallen ni un día”. Avisados y agradecidos. Son muchos más los mensajes de aliento en el mismo sentido. Solo puedo dejar constancia de algunos como muestra.

Pero nada como el animoso correo de Félix José Garzaniti Klinge: “Hace 18 años que vivo en España y solo seis meses que lo leo a usted y a todos los de LD… No deje de pelear… por defender la libertad, y, si fuera necesario, hasta morir por ella… Esa lucha también es mía”. Hombre, lo de morir por la libertad así, en frío, me parece demasiado sublime para mis huesos. Pero todo se andará.

Francisco Javier Galán Caballero se queja de que mi libro La lengua viva valga 19 euros. Le parece un precio abusivo, y, en general, opina que “los libros están muy caros”. Después de ese memorial, concluye: “Supongo que este correo no habrá ni terminado de leerlo. Bueno, si yo fuese alguien reconocido tampoco leería tonterías como esta que me mandase la gente. Si yo vendo libros, qué más me da lo que diga quien los compre”. Menos mal que absuelve parcialmente de mi pecado de codicia: “Aunque cobre 19 euros por libro, al menos escribe bien. Algo de perdón tiene”.

Vamos por partes, desde el final hasta el principio. Lo pondré en forma de proposiciones numeradas, al estilo de César Vidal.

  1. No es que escriba bien o mal; es que sigo aprendiendo a escribir. Por eso publico mis escritos, aunque a veces sea difícil encontrar editor. El trabajo de editor es de mucho riesgo.
  2.  Agradezco su perdón parcial. Voy a intentar que amplíe usted su perdón.
  3. Los libros no los vendo propiamente yo, sino la editorial. Pero yo participo de esa operación comercial y estoy muy satisfecho de ello. Me importa mucho lo que opinan los lectores, como se demuestra por el formato de esta seccioncilla. ¿A qué no encuentra usted muchas del mismo estilo?
  4. No solo he leído de cabo a rabo su correo, sino todos los que me llegan. Empleo casi todos los fines de semana en esa operación de leer estos emilios y de contestarlos. Calcule usted el tiempo que me ha llevado hacer este libro de “La lengua viva”. Bueno, en realidad me ha llevado hacerlo 40 años, como todos los demás.
  5. Estoy de acuerdo en que “los libros están muy caros”, puesto que yo consumo mucha letra impresa y me he gastado la hijuela en pasta de papel. Ahora bien, se trata de un juicio relativo. ¿Más caros que qué? ¿Más que hace cincuenta o cien años? No lo parece. Bien es verdad que la comparación es casi imposible, puesto que hoy tenemos otras necesidades. ¿Más caros que otros bienes y servicios necesarios? Los 19 euros de un libro es menos de lo que se puede pagar por una entrada de fútbol, una comida en un buen restaurante o una sesión de peluquería un poco esmerada. Además, todos esos gastos solo suponen un placer efímero. En cambio, sus biznietos podrán disfrutar de la primera edición de La lengua viva.
  6. Los 19 euros del libro no son para el autor, claro está. A mi te tocan solo 1,9 euros. El resto da de comer a mucha gente: las personas que trabajan en la editorial, en la imprenta y en la distribución. Es natural que así sea.
  7. En el caso concreto de mi libro, usted puede obtenerlo casi gratis imprimiendo los artículos día tras día al cabo del año. Claro que eso lleva gastos de ordenador, teléfono, papel y tinta. No hay nada completamente gratis en esta vida.
  8.  Aunque me satisface mucho escribir libros, su rédito económico suele ser muy escaso si no se consiguen hacer varias ediciones. Escribo más por afición que por esa compensación económica. O, para ser más sincero, no sé muy bien por qué escribo tanto. Quizá es que no sepa hacer otra cosa o porque me pierde la vanidad. Por una conferencia me suelen pagar más que por las regalías de un libro. Es incomparable el insumo de tiempo que representa una conferencia o un libro. Es curioso que sea más rentable hablar que escribir.
  9. Agradezco mucho su sinceridad. No es común.
  10. Espero que ahora se apreste a leer algún otro libro mío.

En Sociedad

    0
    comentarios