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Carlos Semprún Maura

Batiburrillos

Al Papa actual le exigen que desfile por las calles de México, para apoyar a López Obrador, que se declare firme partidario de Ségolène Royal y Carod Rovira, que bendiga las bodas gays y obligue a sus obispos a convertirse en sultanes, con sus harenes.

Menos que en España, desde luego, pero también en Francia he notado un significativo histerismo ante la noticia del tremendo accidente de metro de Valencia. Antes de saber realmente nada, todas las radios, televisiones y luego la prensa se pusieron a repetir como loros que han bebido demasiado ron: ¡No es un atentado! ¡No es un atentado! ¡No es un atentado! ¡Es un accidente! Demostraban así que la procesión va por dentro, que el pánico al terrorismo, por muy interiorizado y ocultado que se pretenda, está muy presente en todas las mentes. El miedo es mal consejero, se dice por aquí, y peor aún cuando se convierte en programa de gobierno.

Pese al Mundial, algo se comentó la visita de Benedicto XVI a esa misma Valencia, y una vez más he podido constatar cuantos consideran al Papa –a los Papas– como dirigentes de grandes partidos políticos y les critican por no ser suficientemente "de izquierdas". Al actual le exigen que desfile por las calles de México, para apoyar a López Obrador, que se declare firme partidario de Ségolène Royal y Carod Rovira, que bendiga las bodas gays y obligue a sus obispos a convertirse en sultanes, con sus harenes. En sus mentes de hormigón no les entra que los Papas defiendan los dogmas de la Iglesia Católica, incluyendo el sacramento del matrimonio, cuando es su misión y su deber más elemental y fundamental. Que uno crea en dichos dogmas es harina de otro costal, pero que un Papa no cumpliera con su deber apostólico sería un aquelarre definitivo. Claro que vivimos de prestado y, ¿qué importa al mundo un aquelarre más?

También algo se ha comentado la ausencia "diplomática" de Rodríguez Z. en las ceremonias oficiales, junto a los Reyes, como era su obligación, pero se justifica por el "giro al laicismo" del gobierno, los matrimonios homosexuales y demás medidas sexuales "de izquierda". Se recuerda –lo leí esta mañana en Le Figaro– que cuando la visita de Juan Pablo II a Cuba, Fidel Castro asistió a la misa solemne, pero que, en cambio, ni Chirac ni Jospin asistieron cuando estuvo en Paris, dando a entender que el modelo de Rodríguez no es Castro, sino Chirac. En realidad, si no pudo ir a Valencia el señor Rodríguez fue porque recibía en la Moncloa a los terroristas nucleares iraníes, para fumar con ellos el hachís de la paz islámica y eterna.

Pasando a otra cosa, pero quedándonos con el islam, estoy leyendo"La tentation obscurantiste", de Caroline Fourest (¡Premio del libro político 2006!), que derrocha ingenuidadgauche divine, intentando demostrarnos que hay que oponerse a la vez a Bush y a Bin Laden, por ejemplo, pero que contiene algún dato interesante. Por él me entero de que Thierry Meyssan, autor de"L’Effroyable imposture", que "demostraba" que era la CIA la que había cometido los atentados del 11-S, es el actual secretario general del Partido Radical de Izquierdas, fiel aliado del PS. Además, en su red por Internet "Voltaire" acusa a la misma CIA de haber asesinado a Theo Van Gogh y exalta el terrorismo islámico sin tapujos. Ha sido, cómo no, oficialmente invitado a Irán. Zapatero aún no le ha invitado a La Moncloa. Pero François Hollande está en Argel para exaltar la colonización arabomusulmana de África.

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