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Carlos Semprún Maura

Cosas de verano

Todos los veranos hay incendios, todos hemos visto las imágenes de tremendos incendios en Estados Unidos, o Australia, por ejemplo, y todos los veranos hay incendios en el Sureste de Francia, y concretamente en el departamento del Var, región que conocemos muy bien, mi mujer y yo, estábamos el pasado mes de Junio, como casi todos los años desde 1959, y ya hemos visto incendios, más de la cuenta. Pero éste, que aun no ha terminado del todo mientras escribo estas líneas, parece más grave que otros. El Presidente Chirac, desde sus colonias polinesias, exigió mano dura, el Ministro de Justicia, Perben, lo mismo; el de Interior, Sarkosy, se dio una vuelta por la zona siniestrada, para “salir en la foto” (cosa que hace muy bien), y declaró que esta vez, siendo él quien era y habiendo obtenido los éxitos que se cree haber obtenido, los pirómanos serían, al fin duramente castigados. Y hasta Le Figaro de éste miércoles 30, dedica su editorial a este tema. Porque a todas luces, según gente seria, o sea los bomberos, son de origen criminal. Pero lo mismo ocurrió en otras ocasiones.

Desde luego, el calor, la sequía y el viento, favorecen los incendios, de forma espontánea y natural, las hordas de turistas, con sus colillas, o sus parrillas al aire libre, que invaden la región por estas fechas, también. Pero hay datos suficientes para asegurar que son intencionados. Se han manifestado las hipótesis más descabelladas: se trataría de una forma peculiar de terrorismo contra el turismo de masas, habría aumentado considerablemente el número de enfermos mentales adictos al fuego, pero yo, más bien me creo otra hipótesis, a la que nadie alude explícitamente en la prensa –solo en privado–, y que es la siguiente: prosperaba un proyecto de creación de una Reserva o Parque natural, protegiendo la flora y la fauna de la región, en la Cordillera de los moros massif des Maures, donde, desde luego, está prohibida la edificación, y precisamente en la zona en donde han tenido lugar los más violentos incendios. Ahora, no sólo ese proyecto de Parque se retrasa o se anula, sino que los terrenos quemados pierden valor, y debido a los vericuetos de la ley, será posible construir donde, antes del incendio, estaba prohibido.

Hace más de cincuenta años que en la Costa Azul, el negocio inmobiliario es el negocio padre. No es tan vistoso y rápidamente millonario, como el descubrimiento de petróleo en la finca de Texas, o en los desiertos de Oriente Medio, pongamos, pero es buen negocio, y tiene una historia secreta y negra de corrupción política, en la que todos, alcaldes, diputados, consejeros regionales, están pringados y colaboran con el milieu (hampa), muy activo en la región. Ha habido crímenes sin solución, y víctimas sin motivo (cinco muertos, por ahora, en estos últimos incendios), pero me entran carcajadas silenciosas y tristes, escuchando a “las más altas autoridades del estado” exigir mano dura. ¿Contra quién? ¿Sus amigos políticos o sus adversarios? ¿Contra el hampa que blanquea su dinero en operaciones inmobiliarias “legales”? ¿O contra un par de pirómanos alucinados? Que no nos tomen el pelo. Habrá incendios mientras los negocios inmobiliarios sean tan sabrosos en la región. Y la ley tan absurda. También, aunque mucho menos, mientras exista fascinación por el fuego.


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