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Carlos Semprún Maura

Privatizaciones

En una de mis crónicas cosmopolitas cometí un error. Escribía, a propósito de la apertura del capital de Air France: “aunque el estado se mantuviera como accionista minoritario”. No es así, el estado posee el 54,4% de las acciones. Se trata de un error relativamente secundario, porque lo que yo quería comentar era la iniciativa inteligente del entonces director de la aerolínea. Christian Blanc, frente a unos sindicatos minoritarios y reaccionarios, opuestos a cualquier reforma, organizó una consulta entre todos los trabajadores, sindicados o no, y ganó su proyecto de reforma ampliamente, contra los sindicatos. Lanzaba ese ejemplo como una botella al mar, en dirección de los ministros de Trabajo, tantas veces enfrentados con los sindicatos, para ver si, ya que están en ese cargo, hacen cosas útiles y democráticas.

Resulta que Air France vuelve a la actualidad, y que el presente Gobierno francés parece haber hecho suya la totalidad de la reforma prevista e iniciada por Christian Blanc, proponiendo que el estado limite su participación a menos del 20%. Entonces, en 1997, el flamante gobierno Jospin, con la tremebunda Martine Aubry en Trabajo, impuso la participación mayoritaria del estado, y Christian Blanc dimitió, o se le aconsejó dimitir, siendo sustituido por Jean-Cyril Spinetta, amigo de hacer favores al gobierno socialista. El proyecto de privatización actual es presentado por Le Monde como un éxito de la unidad de la izquierda y personalmente del sociata Spinetta y del ex ministro de Transportes, el comunista Gayssot, lo cual es particularmente jocoso, ya que se opuso como pudo a cualquier privatización en su sector. En realidad, sólo se han perdido cinco años. Pero, para los plumíferos socialburócratas, las privatizaciones son buenas cuando las realiza la izquierda, y una infamia capitalista cuando es la derecha.

Desde luego, las privatizaciones no son siempre una panacea, hay empresas privadas que quiebran, por estar mal dirigidas, o convertirse en obsoletas; pero hace tiempo que la libertad de mercado y la competencia han demostrado su eficacia frente a cualquier economía dirigida por la burocracia estatal. En este sentido, otras privatizaciones quedan pendientes. Como la de EDF, monopolio estatal en Francia y empresa privada y agresiva en Italia o España, pongamos. Lo cual es totalmente contrario a las normas europeas.

A propósito de Europa, la cumbre franco-alemana de Schwerin fue modélica. Se habló mucho, para no decir nada, o cosas como que la paz sería preferible a la guerra en Próximo Oriente, y que si Irak fuera bueno, no sería tan malo. Había un desequilibrio evidente: Chirac reelegido con plenos poderes frente a Schöder, posible perdedor en las próximas elecciones del 22 de septiemre. Por lo visto, los arenques del Báltico estuvieron deliciosos.

Terminaré con una nota humorística: en Le Monde del miércoles 31 Gisèle Halimi, abogada y conocida feminista-socialista, propone, para solucionar el problema de la prostitución (¿qué problema?), multar o encarcelar a los clientes de las putas. Lo que se olvida de precisar es ¿con qué subsidio de paro se va a indemnizar a estas señoras?

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