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Carlos Semprún Maura

¡Qué suerte de ser franceses!

Paso de la furia a la risa, leyendo la prensa y mirando la tele, aunque la televisión tenga la ventaja de que, a ratos las imágenes son significativas y te permiten tirar los comentarios a la basura. Un ejemplo sabroso: éste martes a las 10 de la mañana, escuchaba el reportaje del corresponsal en Madrid de la cadena radiofónica de desinformación continua, France Info, quien aseguraba que José María Aznar estaba por los suelos, que el 85% de los españoles estaban contra la guerra y el Gobierno, pero que, en cambio, no podían circular en sus coches, con matrícula francesa, sin que las masas de los madriles se precipitaran hacia sus vehículos, gritando, todos a una ¡Viva Chirac! Y, los ojos llenos de lágrimas: ¡qué suerte tienen de ser franceses! Palabra de honor. Esta es una buena muestra de la objetividad de los medios galos. ¡Qué suerte tienen de ser franceses! Y lo peor es que ellos se lo creen.

Cinco veces el ejército turco ha entrado en la zona autónoma kurda del Norte de Irak, cinco veces se desmiente, no rotundamente, con vagos “no es seguro”, “aún no”. Los bombardeos han arrasado Bagdad varias veces, pero las imágenes muestran que, por ahora, se trata de objetivos precisos y limitados.

Una semana de guerra y todos fingen extrañarse de que haya muertos, heridos y prisioneros, y luego se entusiasman con la “heroica resistencia irakí”, cuando lo que salta a la vista, pese a toda esta desinformación, es que las tropas anglonorteamericanas han evitado al máximo que haya víctimas civiles, en estos primeros días de guerra, al menos... Cuando el presidente Bush declaró la guerra, precisó que sería más larga y difícil de lo que algunos pensaban. Eso se convierte inmediatamente en que los yanquis anunciaron que se trataría de un mero paseo militar. Ahora lanzan un nuevo infundio, tremendas catástrofes humanitarias están a la vista, o ya han comenzado. Una propaganda que da asco.

Por vías fidedignas y confidenciales –tampoco tanto, se difundió por Internet– se confirma que Irak, el año pasado, impuso sus criterios en cuanto al equipo de inspectores de la ONU que irían a investigar sobre sus armas de destrucción masiva. Firmemente apoyadas por Rusia, y sobre todo Francia, las autoridades irakíes opusieron su veto a que estuviera dirigido, “por el experimentado diplomático sueco Rolf Ekeus” (cito), e impusieron a Hans Blix “más flexible”, se escribe. ¡Y tanto! Más bien tan pro irakí como Chirac. Lo mismo ocurrió con otros inspectores vetados por Irak, que impuso a sus amigos: gracias a Francia. Y el bueno de Colin Powell cayó en la trampa, para no enfadarse con los europeos. Esto ya pasó a la historia, pero demuestra si fuera menester, el timo de los inspectores que hubieran desarmado pacíficamente a Irak, si se les hubiera dado tiempo. En esa crisis, Francia estuvo, desde el comienzo, de lado de la tiranía irakí.

Leo en Le Monde de este martes, pero fechado el miércoles 26 según su extraña costumbre, que, después de la manifestación estudiantil “por la paz” del pasado sábado, un nutrido grupo de jóvenes de origen magrebí se lanzaron “a la caza de judíos”, blandiendo banderas irakíes y palestinas y porras. En pleno barrio judío, no el de Santa Cruz, sino en el viejo y bello Marais agredieron bestialmente a unos jóvenes supuestamente judíos que se paseaban tranquilamente. Le Monde informa, es cierto, yo no ví nada por televisión, pero pretende echar tierra al asunto: ya que algunas organizaciones de izquierda han protestado, todo está bajo control, y se demuestra que no hay antisemitismo en Francia. Me temo que estas agresiones racistas se multipliquen y se agraven, independientemente de la guerra en Irak.

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