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Carlos Semprún Maura

Triunfo de la samba

Chirac y Lula bailaron sambas presidenciales, a ritmo lento, pero se separaron cuando Chirac reafirmó que la PAC constituía el sendero luminoso del futuro radiante, para Francia, Europa y el mundo entero

Ya pasó y bien olvidado está. Este 14 de julio, día de la Fiesta Nacional, conmemoración de la muy simbólica “toma de la Bastilla”, que había sido una cárcel, pero que aquel famoso día estaba vacía salvo tres desdichados detenidos por deudas. Mitterrand sentó la tradición, en aquel día tradicional, de la entrevista presidencial para poner pimienta política a esa retahíla republicana que con su desfile militar y bailes populares, cada año más escuálidos, se achicharraba de aburrimiento. Otra inyección de posmodernidad que le han dado a la moribunda Fiesta, es la de invitar cada año a un país extranjero, como en las Ferias de los libros o de la maquinaria agrícola. Le tocó el turno a Brasil y Lula estuvo bailando triunfales sambas en los Campos Elíseos, como en la Plaza de la Bastilla, junto a su Ministro de Cultura, el cantante Gilberto Gil, personificación de la grotesca inutilidad de los ministerios de cultura en el mundo entero, cuando no son ministerios de agit-prop. Me imagino que nadie le va a reprochar a Lula haberse querido olvidar por unas horas los líos que tiene en su país, y que llevan un nombre: corrupción, epidemia que arrasa el continente latinoamericano, como el africano y algunos más. No es que económicamente Brasil vaya mal, según los criterios de la OMC va incluso bien: los ricos cada vez son más ricos, los pobres cada vez más pobres. Chirac y Lula bailaron sambas presidenciales, a ritmo lento, pero se  separaron cuando Chirac reafirmó que la PAC constituía el sendero luminoso del futuro radiante, para Francia, Europa y el mundo entero, y Lula le paró los  pies, recordando que se trataba de un proteccionismo arancelario carca, que dopaba sus exportaciones, limitando drásticamente las importaciones.
 
La ritual entrevista en los jardines del Elíseo demostró, ante todo, que Francia ya ni siquiera tiene ingenieros de sonido, porque no es lo mismo grabar en una habitación que al aire libre, y se oía muy mal. Como no dijo nada, tampoco fue dramático. Aunque, pensándolo mejor sí lo es, mientras siga de Presidente porque hay que tener cara dura para dedicar lo esencial de su entrevista a despotricar, mintiendo, contra el Reino Unido, pocos días después de los atentados de Londres. Se limitó a dos frases hueras de pésame al pueblo británico, sin decir absolutamente nada sobre lo esencial: la guerra contra el terrorismo islámico. En cambio, y de manera infantil, o senil, repitió que el “modelo social” francés era el mejor del mundo y mucho mejor que el británico. Sí, tienen menos paro, pero en todo el resto: sanidad, quesos, lucha contra la pobreza (?), investigación científica, gastronomía, turismo, vejez, felicidad conyugal, agricultura, etcétera, les somos infinitamente superiores. ¡Que se vaya!
 
Lo mismo dijo Nicolas Sarkozy desde su propia garden-party en los jardines más modestos del Ministerio del Interior. Luego Sarkozy se fue a España para conversar con su homólogo Alonso y éste intento explicarle cómo entiende el gobierno actual su “alianza de civilizaciones”, haciendo las paces con ETA y ERC. No creo que haya logrado convencer al “húngaro”.

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