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Cayetano González

Nada es imprescindible, tampoco el PSOE

Parece claro que el tiempo del bipartidismo de PP y PSOE, que se turnaban en el poder, tanto nacional como local, toca a su fin.

Parece claro que el tiempo del bipartidismo de PP y PSOE, que se turnaban en el poder, tanto nacional como local, toca a su fin.

Sin ánimo de hurgar en la herida, muy profunda, del PSOE, no estaría de más recordar que muchos de los males que sufre actualmente el partido fundado por el Pablo Iglesias verdadero, que diría Ansón, se deben a los años en los que Zapatero estuvo al frente del mismo y, sobre todo, del Gobierno. Ya sé que a muchos socialistas les molesta que se invoque de forma recurrente los años de Zapatero, pero es que el mal que hizo este personaje a España en general y a su partido en particular fue muy grande.

Tan grande que el PSOE corre el riesgo de dejar de ser, ideológica y electoralmente, el referente de la izquierda en detrimento de formaciones como IU, Podemos o UPyD, que fueron las que recogieron en las elecciones europeas del pasado 25-M los restos del naufragio socialista, junto con la abstención.

Qué mal tiene que estar el PSOE para que los candidatos a la Secretaría General sean una persona enormemente sectaria y radical, en el peor sentido del término, como Eduardo Madina; un diputado al que no se le conoce oficio ni beneficio en los años que lleva en política como Pedro Sánchez; un joven militante, Alberto Sotillos, más conocido por ser hijo de su padre que por otro motivo; y un profesor universitario, José Antonio Pérez Tapias, de la corriente Izquierda Socialista, que ya veremos si consigue reunir los 10.000 avales necesarios.

Qué mal tiene que estar el PSOE para que la opinión publicada entrara en una especie de depresión al saberse la semana pasada que Susana Díaz renunciaba a ser candidata. Y uno se pregunta: ¿quién es Susana Díaz?, ¿cuáles son sus méritos para ser considerada por gran parte de los barones del PSOE como la única que podría sacar al partido del agujero en el que está metido? ¿Será acaso su condición de aparatera desde que era una jovencita? ¿Quizá su brillante expediente universitario: ochos años para hacer la carrera de Derecho? ¿Tal vez sus años de consejera de Chaves y Griñán? Porque ideas políticas, lo que se dice discurso ideológico, más bien cero. Y si alguno tiene alguna duda al respecto no tiene más que leer el conjunto de tópicos inanes que lanzaba este pasado domingo en una entrevista en El País.

Qué mal tiene que estar el PSOE para que alguien como Beatriz Talegón tenga la osadía de invitar a un exdirigente honrado como Joaquín Leguina a dejar el partido, sólo porque no está de acuerdo con lo que dice y con cómo lo dice.

Estas son las nuevas generaciones, no confundir con las del PP, que también vienen finas.

Se ha venido repitiendo hasta la saciedad que nuestro sistema democrático necesita un PSOE fuerte como opción alternativa de gobierno. Eso quizá pudo ser cierto en los primeros años de la Transición, pero ahora ¿por qué tiene que ser así? Lo que puede ser necesario es una opción de centroizquierda que sea asimilable a una socialdemocracia moderna y no anclada en el pasado. ¿Camina el PSOE en esa dirección? Tengo mis serias dudas, aumentadas con el conocimiento de los candidatos que aspiran a dirigir el partido. En cualquier caso, si el PSOE no se recupera, otros vendrán que ocuparán ese espacio. En política, como en otros órdenes de la vida, nadie es imprescindible.

Parece claro que el tiempo del bipartidismo de PP y PSOE, que se turnaban en el poder, tanto nacional como local, toca a su fin. De momento, la crisis está instalada en los socialistas, pero los populares también la tienen e irá en aumento en la medida en que vayan perdiendo cuotas de poder, cosa que podría suceder en las elecciones autonómicas y municipales del próximo año. Será una crisis distinta a la del PSOE, pero también tendrá efectos devastadores en el espacio del centroderecha.

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