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Daniel Blanco

Sufrimiento de los grandes

Con la diferencia a cinco puntos, se viene el primer clásico de Copa y luego el segundo, pero entre medias la jornada de Liga del próximo fin de semana, que no es ninguna broma.

Sufrieron los dos grandes en esta jornada extraña de revolución de los pequeños. Nadie esperaba que el Mallorca y el Betis les pusieran problemas a los dos trolebuses del fútbol español. Pero lo hicieron. Lo cierto es que rearmaron sus equipos desde la fe más ciega y casi le dan un vuelco al corazón a los seguidores de Madrid y Barcelona.

El sábado lo hizo el Mallorca. Plantó cara al Madrid, con una idea casi idéntica a la que el Espanyol puso en práctica el domingo anterior ante el Barça. Presión asfixiante desde el minuto uno, concentración, ganas de agradar a su público. Venía de una remontada heroica en la Copa y la moral balear estaba intacta. Se adelantó en el marcador, pudo matar al Madrid mediada la segunda parte si el linier hubiera estado más acertado, pero sucumbió a su bajón físico y a la artillería pesada que tienen los de Mourinho. Y sucumbió al portugués, que no tuvo más remedio que ordenar un sistema táctico sin laterales y con hasta seis delanteros en la segunda parte (Callejón, Özil, Benzema, Higuain, Kaká y Cristiano).

La victoria fue muy sufrida para los blancos, que le pasaban la patata a un Barça que tenía un partido más sencillo, a priori. Nada de nada. Pepe Mel se presentó con su Betis en el Camp Nou y alineó de salida a dos extremos ofensivos y a dos delanteros centro. Eso es valor y lo demás, tontería. Irá muy lejos este Betis con este sistema. Es cuestión de lógica ganar más partidos que los que perderás si juegas siempre así. Y antes del primer gol azulgrana se presentó dos veces en la portería de Valdés, sin éxito. Es cierto que recibió dos mazazos de Xavi y de Messi, pero se rehizo.

El Betis disparó otras dos veces sin fortuna hasta el gol de Rubén Castro. Y en la segunda parte empató por mediación de Santa Cruz. Tuvo que quedarse con diez por expulsión de Mario para que el Barça viera la luz y suspirara. Se le iba media Liga.

Con la diferencia a cinco puntos, se viene el primer clásico de Copa y luego el segundo, pero entre medias la jornada de Liga del próximo fin de semana, que no es ninguna broma. El Barça, a Málaga y el Madrid recibiendo la visita de un buen Athletic de Bilbao. Cuidado.

Hemos visto esta jornada tres cosas llamativas. El petardazo del Valencia en casa, que no es razón para que esa afición tan exigente como poco coherente despidiera con pañolada al equipo de Emery. Una cosa es exigir, que me parece bien, y otra es quejarse porque el equipo ha perdido un partido de Liga, pero está en cuartos de Copa y es tercero en la competición. No es normal, pero en Valencia están acostumbrados a ver las cosas así y muchas veces, la mayoría, eso no es bueno.

El Atlético mejora. Ha mejorado con Simeone porque no ha perdido con el argentino, porque no ha encajado un gol y porque domina los partidos. En Málaga lo dominó casi todo y ayer, ante el Villarreal, fue un escándalo. Un ciclón por encima de unos pobres jugadores amarillos que tendrán serios problemas este año.

Y, por último, ese Sevilla que juega muy bien últimamente pero que no tiene gol. O por lo menos falla mucho. No es normal que su partido ante el Espanyol acabara en empate. Pero cuando las cosas vienen así, son irrefutables. El sábado el derbi en la capital hispalense tres años después (febrero de 2009, el último, con victoria del Betis) y Marcelino que se la juega. Son cosas del fútbol.

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