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Diana Molineaux

La victoria de Ben Laden

Desde el once de septiembre, ni Ben Laden ni sus secuaces han conseguido llevar a la práctica más actos de terror y sus apariciones en la prensa árabe son cada vez más tenues y penosas, pero han conseguido su objetivo principal, que no es matar, sino aterrorizar. El mayor éxito lo han tenido en los Estados Unidos, donde los norteamericanos tienen ahora miedo y se muestran dispuestos a sacrificar las tan queridas libertades cantadas en el himno nacional norteamericano y en cuyo nombre, según se enseña en todas las escuelas, hicieron la revolución de la que tan orgullosos se sienten.

Esa psicosis de miedo es el resultado de la lista de horrores recitada a diario por la prensa y filtrada por el gobierno: el riesgo de un serio ataque de ántrax, bombas en edificios de apartamentos, contaminación en los depósitos de agua, empleo de los buques de carga para introducir explosivos, o los misiles portátiles tierra-aire que algunos creen están ya dentro de Estados Unidos. En casi nueve meses desde el 11 de septiembre, el terrorismo no ha matado a más norteamericanos, pero la seguridad es la principal preocupación del 30% del país, muy por delante de la economía que solo inquieta al 17%.

Y así, esta gran nación que nació buscando la libertad y se ha erigido en campeona de la libertad en todo el mundo hasta meterse dos veces seguidas en sendas guerras mundiales, está a punto de pasarse a la represión preventiva. El temor predispone a los norteamericanos a tolerar registros y hasta el 38% de ellos es ahora partidario de algo tan impopular aquí como un carné de identidad, visto antes como una reliquia de la opresión. Incluso está bien visto por los euro-americanos de nuevo cuño el control estatal que los emigrantes europeos dejaron atrás cuando vinieron al Nuevo Mundo.

La ironía del destino es que el “Satanás” de Ben Laden –el presidente de los EEUU– sea el gran beneficiario del terror que ha logrado infundir en los corazones del país. Todo el mundo se agarra a Bush como a una tabla de salvación y le da una popularidad sin precedentes.

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