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EDITORIAL

El PSOE ya no puede empeorar; España sí

Sólo la gestión de Rajoy en los meses venideros puede convertir a Madina en un nuevo ZP. De momento, parece empeñado en conseguirlo.

La posible candidatura de Eduardo Madina a la Secretaría General del PSOE ha provocado una gran agitación en sus filas, tras un año y medio en el que, con Rubalcaba a la cabeza, los socialistas no han dejado de desplomarse en todas las encuestas de intención de voto. Ni siquiera en las peores circunstancias para el Gobierno, con una contestación social creciente hacia la mayoría de sus medidas económicas, ha sido capaz el equipo de Rubalcaba de recuperar siquiera ligeramente la sangría de votos padecida en las últimas elecciones generales. En medio de un panorama tan sombrío para las expectativas socialistas, un personaje insustancial como Eduardo Madina habría decidido postularse para dirigir el PSOE, convencido de sus posibilidades de encaramarse a la Secretaría General como hizo Zapatero en similares circunstancias.

De Madina no puede criticarse su trayectoria política porque carece de ella. Toda su carrera la ha hecho dentro del partido socialista, culminada en la actual secretaría del grupo parlamentario con el éxito que puede apreciarse cada miércoles cuando su partido intenta controlar al Gobierno en las sesiones semanales convocadas al efecto. Jamás ha ejercido una responsabilidad pública de carácter ejecutivo ni ha manejado un presupuesto, por pequeño que sea, de forma que su capacidad como gestor sigue inédita tras diez años viviendo de la política en las estructuras orgánicas del PSOE. Añádase a todo lo anterior su conocida insolvencia intelectual y sectarismo desmedido, suficientemente acreditada cada vez que ha decidido salir a la palestra a ventilar cuestiones ideológicas, y obtendremos un retrato fiel del político que va a disputarle a Rubalcaba el poder dentro del PSOE con el apoyo de personajes como Alfonso Guerra, para el que Madina representa "un valor de futuro".

Pero mal hará el Gobierno si cree que con movimientos como el de Madina en el partido rival su permanencia en el poder va a estar garantizada. En primer lugar, la experiencia de Zapatero, ganador de dos elecciones consecutivas a pesar de su pavorosa inanidad, debería prevenir a los populares sobre la capacidad de este perfil de candidato, al que Eduardo Madina se ajusta como un guante, para concitar un masivo apoyo popular llegado el caso. Pero es que la gestión del Gobierno, en especial en el terreno económico, está siendo tan ofensiva para sus votantes que hasta un PSOE liderado por Madina y sus amigos podría desbancarlo del poder a poco que Rajoy se empeñe en seguir traicionando a los que hace un año y medio lo llevaron a La Moncloa.

La última deslealtad del gobierno con la sociedad la ha protagonizado nuevamente su ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, que ha decidido gestionar un asunto tan crucial como el despilfarro autonómico de espaldas a los ciudadanos, con el fin de tener un amplio margen de maniobra para otros acuerdos políticos con las comunidades más incumplidoras, como es el caso de Cataluña. El cambalache con los nacionalistas, al que Rajoy ha estado y está siempre tan dispuesto, exige la discreción que Montoro ha impuesto en sus negociaciones con las autonomías, como si una cuestión fundamental como el control del déficit autonómico pudiera ser objeto de un tratamiento a la carta tal y como exigen precisamente las regiones más ruinosas, con Cataluña a la cabeza.

La eventual presencia de Madina al frente del partido socialista difícilmente va a empeorar la situación heredada de Rubalcaba. En cambio el despotismo del Gobierno de Rajoy, con episodios de auténtica desfachatez como el protagonizado por su responsable de Hacienda, sí puede agravar considerablemente la dura situación por la que atraviesa España. Sólo la gestión de Rajoy en los meses venideros puede convertir a Madina en un nuevo ZP. De momento, parece empeñado en conseguirlo.

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