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Encarna Jiménez

El vals de los portavoces

Josep Puigbó dedicó “El Debate de la 2” de TVE al 25 aniversario de las primeras elecciones democráticas después de Franco. Entre las distintas iniciativas de la televisión pública para recordar las elecciones del 15 de Junio de 1977, el espacio de “La 2” optó por analizar el “Estado de la democracia” con la ayuda de los portavoces parlamentarios de los cinco partidos con mayor representación en las Cortes. Jesús Caldera por el PSOE, Xavier Trías de CiU, Felipe Alcaraz de IU, Iñaki Anasagasti del PNV y Luis de Grandes por el PP se ocuparon de hacer un diagnóstico de la situación en el que todo fue tan previsible como cabía esperar. El programa de Puigbó, que la semana pasada tuvo más interés al tratar el conflicto palestino-israelí, comenzó con una calificación al periodo constitucional en el que se repitió la aritmética parlamentaria. Grandes y Trías le pusieron un siete a nuestro actual sistema. Anasagasti un tres, Alcaraz lo suspendió y Caldera le dio un aprobado justo.

Los cinco caballeros representaron sus papeles como cabía esperar y, en cuanto pudieron los de la oposición, derivaron a problemas actuales como la ley de partidos, el PER y la política de empleo o los nacionalismos para, en lo posible, rodear al representante del PP que se defendió dominando la escena, pero aplicando un estilo antiguo y algo grandilocuente. La oratoria de Luis de Grandes tiene un aire añejo bastante eficaz para faenas de aliño en el hemiciclo, pero poco estimulante en televisión.

Frente al club de los políticos, intervinieron desde el público representantes de organizaciones sociales entre los que destacó una joven que demostró bastante ignorancia sobre cómo era España hace 25 años. Con estos mimbres, es bastante improbable que la audiencia se sintiera atraída por un debate de segundos o terceros espadas que tienen muy poca chispa y, una vez más, quedó demostrado en TVE que, con planteamientos pacatos y políticos de proceder tópico, la separación entre los votantes y los representantes del pueblo es un hecho cada vez más evidente que no se atreven a remediar unos debates que se limitan a dejar bailar el vals a unos portavoces ensimismados.

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