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Fernando Herrera

Genial idea para que se invierta en fibra

La genial idea no es otra que rebajar los precios que los operadores cobran por alquilar su par de cobre a los demás operadores, de forma que aquellos se vean forzados a invertir en fibra óptica para recuperar su rentabilidad.

El sector de telecomunicaciones lleva ya una semana rumiando la magnifica idea lanzada la semana pasada para incentivar las inversiones en fibra óptica. Como es sabido, parece que a la gente se le queda pequeño el actual cable telefónico, el ADSL, para sus accesos a Internet. Cada vez hacen más descargas, quieren ver más vídeos y jugar a juegos más espectaculares, y puede llegar el momento en que el par de cobre, que de este material es la conexión telefónica, no dé más de sí.

En respuesta a estas necesidades, hace ya un tiempo que se desarrolló la fibra óptica como solución. Esta tecnología permite anchos de banda enormes, aunque de momento se limite a ofertas de 50 o 100 Mbps, más de 5 y 10 veces las velocidades actuales.

Sin embargo, y pese a los aparentes deseos de los usuarios, los operadores no ven claro cómo recuperar las ingentes inversiones que este despliegue exige. Pues, básicamente, hay que sustituir, casi cable a cable, el antiguo cobre por el nuevo vidrio. Lo que exige un gran esfuerzo que nadie parece dispuesto a hacer.

¿Por qué? Nunca es fácil saberlo. Lo que sí es conocido es que los operadores, antiguos monopolistas, como Telefónica en España, si invierten en fibra, tienen la obligación de alquilarla a sus competidores. Esto han de hacerlo con diversas modalidades pero siempre a precios que puede fijar el regulador. Lógicamente, sobre todo a sus accionistas, no les apetece demasiado enterrar dinero para que otros se lo lleven.

Por su parte, los demás operadores, ¿para qué van a invertir? Si lo hace su principal rival, les tendrá que dejar usar su red de fibra. Y, si no lo hace, no podrá ofrecer mejores servicios que ellos para atraer la clientela.

Si a ello añadimos unas gotas de crisis económica, ya tenemos más o menos descrito el panorama. Afortunadamente, incluso en situaciones tan críticas, el ingenio humano alumbra criaturas que nos pueden catapultar al futuro.

Y a la fibra óptica le llegó la semana pasada. La genial idea no es otra que rebajar los precios que los operadores cobran por alquilar su par de cobre a los demás operadores, de forma que aquellos se vean forzados a invertir en fibra óptica para recuperar su rentabilidad.

El planteamiento es de una sencillez que desarma. Cómo no se le habrá ocurrido a nadie antes. Pero, ¿por qué limitar su aplicación a las telecos? No limitemos sus efectos benéficos a este sector.

Ordenemos a los hoteleros que bajen los precios de sus habitaciones, y así conseguiremos que construyan nuevos hoteles. Forcemos a los supermercados a rebajar sus mercancías, hasta que haya una tienda de alimentación en cada manzana. Obliguemos a las compañías aéreas a bajar los precios de sus billetes, y se llenará el espacio aéreo de aviones, incluso despegando del aeropuerto de Ciudad Real. Y fuércese a cero el precio de la energía, y florecerán por nuestros montes molinillos y en nuestras llanuras, placas fotovoltaicas, a las que hemos estado subvencionando a base de impuestos sin darnos cuenta de que la solución era que dieran la energía gratis.

Gracias a Dios que el espíritu emprendedor sigue vivo en los lugares más inesperados, como en Neelie Kroes, Vicepresidenta de la Comisión Europea.

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