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De Franco a Zapatero

A la España de Zapatero le ha pasado lo que a la del primer Franco: se ha quedado sin sus aliados, precisamente esos aliados en lo que hacía reposar su estrategia de tensión o enfrentamiento con los Estados Unidos

La Historia no es algo para olvidar; ni algo que pueda borrarse según el antojo de unos y otros. Siempre vuelve para explicarnos la realidad de las cosas por encima de las manipulaciones. El sistema hinduista estableció un orden social basado en castas, diferentes grupos sociales, rígidamente definidos y que marcaban las relaciones de poder y sociales. Había los brahamanes, los guerreros…y también aquellos que no pertenecían a ninguna de las castas, los parias, lo que no tenían casta. Con otras implicaciones y alcance, la política internacional contemporánea parece responder a la organización por castas. Y también existen los parias, aquellos Estados que son aborrecidos por el conjunto de la comunidad internacional y que son sometidos a una marginación en la misma. Por las razones que sean.
 
En la historia reciente española tenemos dos casos claros de gobiernos parias: el primero, el de Franco desde la pérdida de la Segunda Guerra Mundial hasta 1953, esto es, desde que pierde a sus aliados del eje y se queda como único exponente del vencido fascismo en Europa hasta la firma de los acuerdos de cooperación con los Estados Unidos, acuerdos por los que Franco cedía el territorio español para la lucha contra el comunismo de la URSS a cambio de su reinserción en la escena internacional, comenzando por el ingreso de España en la ONU.
 
El segundo, el de Rodríguez Zapatero, esencialmente desde la retirada de Irak y el llamamiento de Túnez a la deserción de la coalición, agravado tras la debacle del referéndum francés sobre el tratado constitucional de la UE y la convocatoria de elecciones anticipadas por un Schröder visiblemente débil. A la España de Zapatero le ha pasado lo que a la del primer Franco: se ha quedado sin sus aliados, precisamente esos aliados en lo que hacía reposar su estrategia de tensión o enfrentamiento con los Estados Unidos.
 
Por eso se argumenta ahora que el acercamiento al premier británico, Tony Blair, era una necesidad imperiosa de un gobierno aislado por completo en la arena internacional. Al menos en las casta superiores, las democracias avanzadas y liberales que cuentan. Otra cosa son los Chávez y Castro. Y aunque es de reconocer que la foto con Blair se ha vendido como una brecha del aislamiento de Rodríguez Zapatero de la mano del líder que más cuenta ahora en la UE, la realidad es que la reinserción del ejecutivo socialista español sólo puede venir de un sitio: el Washington de George W. Bush.
 
Y también hay que reconocer que en La Moncloa –como en Exteriores y Defensa– lo saben. Y bien. Y que se están aplicando para que eso sea así, incluida la explotación del famoso lobby pro español que el actual gobierno tanto denunció hace un año. Todos (y todas) se están esforzando para que el encuentro en la Casa Blanca entre Bush y Rodriguez Zapatero llegue a celebrarse. Y cuanto antes mejor. Queda por ver si José Bono, autoproclamado interlocutor válido con los norteamericanos lo dejará.

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