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Perú ya tiene cáncer

Al final, ha ganado el candidato que provocaba menos rechazo. Como dijo Humala en el último debate televisivo, sobre él hay dudas; sobre su rival y su círculo, pruebas.

El recuento de votos de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales peruanas da como vencedor en estos momentos a Ollanta Humala, candidato de la coalición Gana Perú, frente a Keiko Fujimori, por una ventaja de alrededor de 350.000 votos. Si se confirmasen estos datos, Humala alcanzará la presidencia de Perú para los próximos cinco años y, además, dispondrá en el Congreso del mayor grupo parlamentario: 47 diputados de 130. Ante el apoyo que recibió Humala en la segunda vuelta por parte del ex presidente Alejandro Toledo, cabe pensar que éste, cuyo partido, Perú Primero, tiene 21 diputados, colaborará con el nuevo Gobierno. Al menos al principio.

Gracias a las reformas económicas introducidas por la dictadura de Alberto Fujimori (1990-2000) que han mantenido Alejandro Toledo (2001-2006) y Alan García (2006-2011) –así como a la demanda de China–, en los últimos años las tasas de crecimiento del PIB del Perú han superado a las de EEUU y Chile. La pobreza, aún numerosa, se ha reducido muchísimo, pero el bienestar no se ha extendido a todo el pueblo, y es entre los excluidos y los ignorados –un tercio de la población– donde Humala y Fujimori obtuvieron los votos que les permitieron pasar a la segunda vuelta.

Humala ha asegurado que su programa pretende extender el desarrollo a todos los peruanos, y ha negado futuras nacionalizaciones de las empresas privatizadas o de los planes de pensiones privados. Sin embargo, no renuncia a sus planes de reforma constitucional ni a su concepción del imperio inca como el momento cumbre de la historia del Perú: igual que Evo Morales en Bolivia considera la época prehispánica, literalmente, como una edad de oro.

La campaña ha dividido a los peruanos no sólo en humalistas y fujimoristas, sino, también, en antihumalistas y antifujimoristas. Al final, ha ganado el candidato que provocaba menos rechazo. Como dijo Humala en el último debate televisivo, sobre él hay dudas; sobre su rival y su círculo, pruebas. La inestabilidad institucional del Perú, consistente en la ausencia de partidos políticos sólidos, es la causa última de esta crisis permanente.

De lo malo que pase en el próximo quinquenio habrá dos grupos de responsables: Ollanta Humala y su camarilla, que harán las leyes; y la familia Vargas Llosa, que seguramente ha llevado al candidato de Gana Perú los miles de votos necesarios para que derrotase a Fujimori. Mario y su hijo Álvaro han asegurado que Humala había cambiado respecto al personaje golpista, racista y admirador de Chávez, que aseguraban era el militar etnocacerista hace sólo unos años.

Que Mario Vargas Llosa no acudiese a votar a Lima –aunque lo había prometido– con una excusa falsa, o que se supiese por boca de su hija que su ausencia se debía a los compromisos adquiridos para la promoción de su última novela en Japón o China, ha sumado críticas para la familia peruana más conocida. Álvaro Vargas Llosa ha asegurado que si "Humala va en contra del establishment, no dura cinco minutos". ¿Cree o piensa que Humala sería destituido como lo fue Zelaya en la crisis hondureña? El propio Mario Vargas Llosa ha afirmado que si Humala no cumple sus compromisos, él estará "en primera línea para recordarle sus promesas". Pero, ¿de qué sirvieron sus artículos contra Alberto Fujimori después de su autogolpe? Hecho el mal, las más de las veces toca sólo lamentarse. Ojalá no haya que lamentarse, ni recordar a los Vargas Llosa sus palabras en esta campaña.

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