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Gorka Echevarría

¿Adiós al pacto antiterrorista?

Hace unos días, Josu Jon Imaz se retrataba claramente. Dice que no quiere el Pacto Antiterrorista. Los motivos que aduce resultan cuando menos apasionantes: Este pacto “no es contra el terrorismo, sino contra la mayoría social vasca y contra el nacionalismo democrático” y “cita seis veces a PNV y EA por cuatro a ETA”.
 
Al parecer lo que le molesta al Sr. Imaz es que, en dicho acuerdo, se diga claramente que “ha quedado de manifiesto el fracaso de la estrategia promovida por el PNV y por EA, que abandonaron el Pacto de Ajuria Enea para, de acuerdo con ETA y EH, poner un precio político al abandono de la violencia. Ese precio consistía en la imposición de la autodeterminación para llegar a la independencia del País Vasco”. Resumiendo, resulta “odioso” que el PP y el PSOE negaran cualquier pacto con cualquiera de los partidos nacionalistas mientras que éstos no rompieran con Batasuna.
 
Por lo que sabemos, el partido de Imaz ha seguido apoyando a Batasuna en dos frentes: el de la ilegalización de Batasuna y el cierre de “Egunkaria”. En el primero de los casos, el Consejo de Europa a través del Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha dejado claro que la demanda del Gobierno Vasco contra la ilegalización de Batasuna no se sostiene. En cuanto al caso Egunkaria, el PNV ha criticado que se torturara al director del diario (demanda que ha sido sobreseída por carecer de pruebas suficientes) y por si no fuera poco ha sostenido que el propósito del cierre no es otro que impedir el avance del euskera.
 
Imaz quiere demoler el pacto obligando al PSOE a que se desdiga y no siga en él. Para el PNV este pacto es un obstáculo a sus pretensiones. Si hay negociación, el PNV obtendría un doble rédito: la paz mediante su insistencia en el diálogo, presentarse como interlocutor en el proceso y apuntarse el tanto al tiempo que se ejecutaría el Plan Ibarretxe. Recordemos que este augusto plan es una clara muestra del derecho de autodeterminación para que Euskadi decida si quiere seguir en España “a su forma” (Estado confederado con representación diplomática y real en la Unión Europea, poder judicial propio…). Previendo este escenario, el Pacto Antiterrorista se pronunciaba de esta guisa: “afirmamos públicamente que de la violencia terrorista no se extraerá, en ningún caso, ventaja o rédito político alguno” porque “la paz, la convivencia libre y el respeto a los derechos humanos son valores no negociables”.
 
El Sr. Imaz, a pesar de su moderación y educación exquisita, es más de lo mismo y pretende empezar a cobrar el peaje por su apoyo a Zapatero. El precio es alto aunque se pague en cómodas mensualidades y se vista para la ocasión como si de una boda se tratara. Pero la pendiente sinuosa sobre la que discurre el viaje de Zapatero hacia la Moncloa pasando por Las Cortes tiene en cada esquina un pedigüeño con su victimismo y aureola antifranquista como señuelo.
 
El presidente del Senado, Javier Rojo, ha señalado que el PSOE no tiene intención de eliminar el pacto, sino, en todo caso, "fortalecerlo, mejorarlo y adaptarlo a la realidad de hoy". Por su parte, José Blanco ha añadido que la política antiterrorista no debe limitarse a los dos grandes partidos, lo cual viene a abrir la brecha del consenso y por supuesto la desnaturalización del Pacto Antiterrorista.
 
Parece que Zapatero va a acabar dejando solo al PP en el Pacto Antiterrorista, lo cual es claramente un doble error. Permitirá al PP presentase al electorado como la única fuerza coherente en la lucha contra el terrorismo y dejará al PSOE a merced del nacionalismo con la pérdida de votos que esta decisión supondrá. Aunque, visto lo visto en el 11-M, quizá hasta ganen votos. España es así. Mientras, en la Sabin Etxea (la Fundación del PNV en honor a su fundador, Sabino Arana) se frotan las manos. La legislatura está en sus… ¿garras?. Y hay más de un masoquista en el PSOE.
 

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