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Juan Carlos Girauta

El dolor indivisible

Pero en esas habló Rajoy en el Congreso y el PSOE se amuralló. Luego, Savater, Pagaza, Díez, Gutiérrez, Iriondo, han hablado intramuros. Muy alto. Recuerdan lo que tienen en común con los apestados. Recuerdan el dolor indivisible

Voces del mejor socialismo vasco le han dicho a Patxi López algunas cosas estremecedoras que han sorprendido al lídercillo por su dureza. La dureza de la verdad amarga. Al aludir los firmantes al dolor tantas veces compartido con los populares, reconocemos la dignidad que late en una formación que López no merece. Pero ya se sabe, Cebrián decidió que había que decapitar a Redondo Terreros y que la hostilidad había que reservársela al PP.
 
Denuncian el contraste entre el trato dispensado a las representantes del PCTV y a María San Gil, injusticia tan flagrante, tan incomprensible y tan insultante que promete tener efectos demoledores sobre la conciencia de la militancia socialista. Y no sólo vasca.
 
He expuesto en estas páginas la sincronización del diálogo ETA-Zapatero con el desarrollo de las iniciativas dirigidas a alterar el modelo de Estado, sincronización que se potencia con la asimilación de la retórica del “conflicto histórico” por gobierno y PSOE. Hay más: el PSOE viene trabajando, desde mucho antes de llegar al poder, en el aislamiento del PP, en la conversión en apestado del adversario democrático, campaña incluso formalizada en los sectarios Pactes del Tinell que alumbraron el tripartito catalán. El abrazo al separatismo y el aislamiento de los populares son las dos caras de una misma moneda de Judas. En Barcelona, en Vitoria y en Madrid.
 
Así que tenemos, primero, la artificial creación de un clima de diálogo con ETA que obliga al gobierno a no condenar sus atentados, a mentir sobre su actividad de los últimos años y a blanquear a sus representantes al precio de incumplir la ley; segundo, el paralelo desmontaje del bloque constitucional, que lleva a reformar estatutos y modelos de financiación, a vaciar de competencias al ya residual Estado, a corregir la concepción constitucional de identidad, solidaridad y cohesión, volando el consenso constitucional y culminando la larga tarea nacionalista de eliminación de todo lazo afectivo con España: la nación, no siendo nada para Zapatero, será lo que digan sus socios, que sí tienen una postura al respecto; tercero, la intensificación de un largo trabajo dirigido a alterar la percepción que la ciudadanía tiene del PP, presentado paulatinamente como una organización de enemigos del entorno natural, de belicistas, de asesinos, de especuladores inmobiliarios, de centralistas anticatalanes, de incendiarios fascistas, de golpistas. Mientras, se asediará o quemará sus sedes, se detendrá a sus militantes por serlo.
 
El último elemento debía mantener acobardado al PP y disuadirlo de intentar una oposición frontal a los planes de derribo nacional. Pero en esas habló Rajoy en el Congreso y el PSOE se amuralló. Luego, Savater, Pagaza, Díez, Gutiérrez, Iriondo, han hablado intramuros. Muy alto. Recuerdan lo que tienen en común con los apestados. Recuerdan el dolor indivisible.

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