Menú
Juan Carlos Girauta

La decadencia de la noticia

Ni siquiera llamará la atención la foto de Rodríguez y Ternera intercambiando banderines y camisetas. Todo se andará. Para amañar el empate sólo falta que cambien a ese juez de línea que se está poniendo tan pesado.

Que a Llamazares le escandalice ver un juez aplicando la ley no es noticia. Tampoco que el diario independiente de la mañana sostenga el cuento chino de la ETA pidiéndole a un señor del PNV que controle a sus chicos, no vayan a extorsionar a nadie. Un síntoma inquietante, pero crucial para el diagnóstico español, es que nada es ya noticia. Lo que podía sorprendernos o escandalizarnos se ha convertido en normal, y el disgusto se presentan a partir de ahora sin la compañía del estupor.

Ya hemos visto al hombre del cargo a medida, el Alto Comisionado, minando al colectivo cuyos intereses debía defender. Ya hemos oído voces socialistas, algunas de ellas vascas, sostener que el problema es el PP; hace tiempo que "el problema" significa el terrorismo: sobreentiende pues el ciudadano que la culpa del terrorismo, si continúa, será de quienes desaprueban que el gobierno se siente con los encapuchados a charlar sobre la autodeterminación y sobre Navarra. Ya hemos tocado fondo en cuanto a presiones a la judicatura, en cuanto a renuncias de la fiscalía al principio de legalidad. Ya hemos degustado la amarga rendición, fatalmente representados como estamos por un tipo que tiene la suerte de que la presidencia no se obtenga con un carné por puntos, porque ya la habría perdido varias veces. Ya nos hemos olido el pastel con el que Rodríguez va a convertir el funeral circular y colectivo servido por la izquierda abertzale en una boda: socialistas con socialistas, al fin y al cabo. Nuestros sentidos están colmados.

Pasó el asombro por los anacletos agentes secretos que no se sabe para quién trabajan (sólo se sabe que para nosotros no). Cuando te ha mentido a bocajarro el ministro de Justicia, que había verificado, ay, el fin de la extorsión; cuando Vicefernández de la Percha te ha contado la bola del fin del terrorismo que hace vana cualquier manifestación de las víctimas; cuando el calamar gigante que ostenta la cartera de Interior no tiene tinta suficiente para ocultar su disgusto –casi depresión– por la detención de miembros de la banda; cuando se ha asentado el criterio de que lo malo no es ser de la ETA o de Batasuna –al cabo un error de planteamiento–, sino ser del PP... ni siquiera llamará la atención la foto de Rodríguez y Ternera intercambiando banderines y camisetas. Todo se andará. Para amañar el empate sólo falta que cambien a ese juez de línea que se está poniendo tan pesado. Un poquito de paciencia, que en seguida llega el titular a recuperar su plaza. En cuanto al árbitro, en cuanto al Árbitro, ¡shhh! ¡No le vayan a despertar!

En España

    0
    comentarios