Menú
Juan Carlos Girauta

La secuencia

Lo verdaderamente escandaloso, lo digno de condena, lo que crispa, lo disparatado, lo intolerable es que PP y Ciudadanos exijan alguna reacción del sistema, condenen sin paliativos, pretendan que de los "errores" se derive alguna consecuencia.

La secuencia es de sobra conocida. Empieza así: estrenan cargo reuniéndose con etarras, o llaman "bandera del enemigo" a la rojigualda, o patrocinan provocaciones callejeras ante una cadena de radio, o evocan amenazantes el nombre de Jiménez Losantos para que los firmantes de otro manifiesto tomen nota, o extorsionan a empleados públicos para que suelten su impuesto revolucionario, o justifican a una banda terrorista, o callan cuando candidatos suyos amenazan de muerte en la Diada invocando a la ETA, o miran para otro lado cuando militantes suyos envían a un político su imagen con una bala de verdad en la frente, o afirman en pleno Congreso que el fundador del PP tiene las manos llenas de sangre, o incurren en continuo despilfarro de nuevos ricos con dinero público, o tildan de corrupto al Tribunal Constitucional, o incitan al asesinato del Rey.

Sigue así: medios locales que, de entrada, no se habían dado por enterados, van concediendo renuente cobertura a lo que el resto de la prensa recoge; conscientes de lo sospechoso de su timidez, se animan a insertar noticias referidas a sucesos que no habían contado y las trufan de eufemismos; obligados por el escándalo, los más bravos opinadores deslizan amables críticas en piezas consagradas a la contextualización de lo ominoso y a la absolución de sus gobernantes/financiadores. Por fin, se impone como explicación canónica lo que varios representantes del partido único (tripartito más CiU) han establecido: lo verdaderamente escandaloso, lo digno de condena, lo que crispa, lo disparatado, lo intolerable es que PP y Ciudadanos exijan alguna reacción del sistema, condenen sin paliativos, pretendan que de los "errores" se derive alguna consecuencia.

Termina así: todo se resume en un nuevo capítulo del sistemático ataque a Cataluña por parte de inadaptados transidos de autoodio; tanta inquina españolista, ¿no justifica acaso que, de vez en cuando, alguien justamente indignado diga una palabra más alta que otra? La secuencia, una vez finalizada, ha reforzado los espacios intocables, las categorías previstas por un sistema levantado sobre la complicidad político-mediática, las verdades preestablecidas que ninguna realidad alterará. Reconozcan que, sobre estomagante, resulta mortalmente tedioso.

En España

    0
    comentarios