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Martín Krause

Antiamericanismo

A los pocos días de comenzar la invasión a Irak, un programa de humor y noticias de la televisión argentina presentó a un periodista camino a un partido de fútbol. Al acercarse un grupo de simpatizantes de Boca Juniors les propone hacer un juego: les diría alguna palabra o nombre y ellos tendrían que improvisar rápidamente un cántico, sabiendo que las "hinchadas" en las canchas argentinas son particularmente creativas generando o adaptando canciones tanto para apoyar a su equipo como para denigrar e insultar a los rivales. El primer nombre que propuso el periodista fue "Bush" y la respuesta del grupo no se puede consignar aquí, baste decir que se acordaron de su madre. Acto seguido, el periodista dijo "Saddam" y la respuesta de los hinchas fue cantar "dale campeón, dale campeón..."

Resultados similares se obtienen en sondeos más formales. Una encuesta realizada por el Centro de Investigaciones en Estadística Aplicada (CINEA) de la Universidad Nacional de Tres de Febrero mostró que la imagen negativa del presidente norteamericano alcanzó al 72,2% de los entrevistados, mientras que la de Saddam fue del 51,2%. Curiosamente, los entrevistados con estudios universitarios tienen una peor imagen de Bush que el promedio. El 67% piensa que Estados Unidos invade a Irak para quedarse con el petróleo, mientras que solamente el 15,3% piensa que esa afirmación es falsa. Esto no es nuevo, hace pocas semanas otra encuesta mostraba que los argentinos ocupan el primer lugar entre quienes se oponen a la guerra.

Todo esto no es más que el reflejo de un claro y profundo sentimiento antiyanqui que predomina en este país. La pregunta es por qué, ¿por qué tanto resentimiento e incluso odio contra los norteamericanos? Algunos sostienen que se debe a una vieja tradición europea en la Argentina, basada en las fuentes inmigratorias provenientes de ese continente, pero los europeos en otras épocas han sido tan o más intervencionistas que Estados Unidos. De hecho tuvieron buena parte del planeta como colonias, incluyéndonos a nosotros y al resto de América.

Francia, que ahora se opone a esta guerra, ha invadido a varios países africanos en las últimas décadas sin ningún permiso de la ONU. El resentimiento no llega a todo lo proveniente del país del norte, ya que los argentinos van en masa a ver las películas de Hollywood, Woody Allen es un ídolo local, y cuando el tipo de cambio lo permite se abalanzan sobre Miami más que a visitar las ruinas europeas. ¿Quiere decir esto que los argentinos establecen una clara diferencia entre lo público y lo privado que proviene de ese país, condenando a los gobiernos pero aceptando a las empresas? Todos quieren trabajar en empresas norteamericanas, sobre todo los jóvenes profesionales, pero el odio general a los yanquis se extiende a sus empresas, a las que buena parte de la opinión pública acusa de expoliar al país, no de traer inversiones y generar puestos de trabajo.

¿Es porque somos muy legalistas y no aceptamos que Estados Unidos imponga su política sin cumplir con las formas en las Naciones Unidas? De hecho, la encuesta antes mencionada muestra que el 80,6% cree que Bush actuó incorrectamente al no tener la aprobación de la ONU. Pero esto sería ciertamente cínico en un país donde nadie respeta muchas normas comenzando por los mismos gobiernos que en los últimos años se encargaron de pisotear buena parte de las garantías individuales presentes en la Constitución argentina.

¿Envidia porque ese país ha alcanzado niveles de prosperidad posibles en la Argentina si nuestro país hubiera sido conducido medianamente bien? Pues no tengo una respuesta clara para este fenómeno. Se podrá odiarlos o quererlos pero lo que parece lamentable es que junto a esa rivalidad repudiemos los principios que hicieron grande a ese país, los mismos que inspiraron a nuestra Constitución, ya que esos principios son tan de ellos como nuestros. O deberían serlo.

Martín Krause es profesor de Economía y corresponsal de la agencia © AIPE en Buenos Aires.

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