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Pío Moa

Debates

El profesor manifestó también su inquietud ante el hecho de que el simple debate público de posturas contrarias, con tranquilidad y sin agresiones, se esté convirtiendo en un tabú

Hace algún tiempo anuncié, con optimismo quizá excesivo, un debate próximo con el profesor Malefakis, uno de los hispanistas useños más prestigiosos, discrepante de algunas de mis tesis, pero que mantiene una honestidad y libertad intelectual por desgracia infrecuentes en estos pagos, sobre todo en el ámbito de la historiografía progre. Pero es en ese ámbito, inevitablemente, donde se mueve el profesor, y supongo que diversos “profesionales” le habrán hecho serias advertencias sobre la inoportunidad de tal encuentro –actitud comprensible, pues dejaría en evidencia la supina desvergüenza de casi todos ellos– porque, me informa la persona que iba a actuar de moderador, su entusiasmo ha decaído un tanto, si bien queda abierta la posibilidad para el otoño. Veremos.
 
Y el jueves debatí en la Universidad Abat Oliba, de Barcelona, con el profesor de la Universidad Autónoma de esa ciudad Ferrán Gallego, el cual aceptó discutir sobre algunos aspectos de la guerra civil y la “república catalana”. Tuve que darle las gracias –suena increíble, ¿no?– por lo excepcional de su decisión. ¡Y tan excepcional!, vino a decir, pues incluso había recibido alguna llamada telefónica para pedirle explicaciones por su insólita actitud de discutir públicamente conmigo… sobre un tema de su incumbencia. Actitud que, por lo visto, puede resultar hasta peligrosa.
 
Ferrán Gallego, que procede del PSUC y se ha especializado en temas como los movimientos populistas y militares en Latinoamérica o la extrema derecha europea y el nazismo, y además es poeta, mantiene algunos tópicos a mi juicio muy discutibles sobre el carácter del franquismo y sobre la república. Pero acepta claramente que la visión idílica de la república promovida y casi impuesta en años pasados por la izquierda y mucha gente de derecha, no se sostiene y debe ser revisada. La idea se va abriendo paso, por lo tanto, en círculos izquierdistas, y constituye un gran avance sobre la historia pueril mantenida largo tiempo por tantos “profesionales”.
 
Tuvo gran interés la observación del profesor Gallego sobre un paralelismo entre un suceso de la república y otro actual. En 1933, cuando la CEDA sale como primera fuerza electoral, la izquierda casi en pleno se vuelca en negarle toda legitimidad y carácter democrático. Tal ataque significaba excluir del juego democrático a un partido esencialmente moderado, y terminaría sirviendo de pretexto para justificar el asalto de las izquierdas a la legalidad republicana y para la definitiva destrucción de ésta. Pues bien, en la actualidad hemos visto a la izquierda y los nacionalismos hacer algo parecido con el PP, maniobra especialmente unánime en Cataluña, donde el gobierno de Aznar y el PP han sido presentados como franquistas o nazis, al parecer con notable éxito. Estos manejos, añado por mi cuenta, atacan directamente la convivencia política y necesitan ser denunciados y parados con la mayor energía, pues revelan precisamente las fuertes tendencias antidemocráticas de quienes los llevan a cabo.
 
El profesor manifestó también su inquietud ante el hecho de que el simple debate público de posturas contrarias, con tranquilidad y sin agresiones, se esté convirtiendo en un tabú. Se ha formado un consenso nacionalista casi generalizado y de carácter totalitario que sólo admite diferencias menores en su propio seno. Directivos de la universidad Abat Oliva me comentarían después la agradable sorpresa manifestada por diversas personas ante el clima de libertad que presidía sus actos, un clima cada vez menos frecuente en la región.
 
Y un indicio: ningún periódico de Barcelona publicó la convocatoria ni comentario alguno. La ley del silencio. El odio a la libertad. De no existirLibertad Digital, la COPE y algunos otros medios, la asfixia de las voces disidentes sería completa. Insisto en la necesidad de movilizarse a tiempo, antes de que esta situación se extienda como una losa por toda España.

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