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Víctor Llano

Los sucesos de Santiago de Cuba

Las víctimas no buscan venganza. Lo que no significa que renuncien a la libertad. Sus carceleros se equivocan si pretenden que se conformen con dos raciones más de frijoles.

A pesar de que la inmensa mayoría de los analistas insisten en que en Cuba no cambiarán las cosas hasta muchos meses después de que se confirme la muerte de Fidel Castro, no debemos despreciar el factor humano. Más, cuando se presenta desesperado tras cuarenta y ocho años de miseria, represión y patrañas.

Los sucesos de Santiago de Cuba pueden no ser los únicos. La tiranía no ha logrado silenciar que tres soldados cubanos –hartos ya de estar hartos– se sublevaron en el penal El Manguito. Es posible que no estemos sólo ante una apuesta personal. Si no tuvieran miedo a lo que puede ocurrir, la información nos hubiera llegado convenientemente manipulada a través del Gobierno. Si tratan de silenciarla es porque les consta que no todo está escrito.

No sabemos qué puede estar sucediendo entre los que quieren heredar los frutos de la robolución. En la Isla-cárcel nadie confía en su sombra. Todos temen estar hablando con el más desalmado de los soplones. La tiranía ha infiltrado y dividido a la disidencia. No obstante, los cien mil presos poco tienen que perder. Siempre creí que la libertad, cuando llegara, llegaría desde los presidios castristas. Lo ocurrido en Santiago de Cuba es gravísimo. Puede que todo quede en nada. Lo que no pueden decir es que todo fue nada. Los que se sublevaron no jugaron con sus armas. Y no están solos. Sus carceleros lo saben.

Nadie quiere más sangre. Basta con la que tan abundantemente derramaron los que no se conformaron con la barbarie y con la que inunda las más de doscientas cárceles. Las víctimas no buscan venganza. Lo que no significa que renuncien a la libertad. Sus carceleros se equivocan si pretenden que se conformen con dos raciones más de frijoles. Aún están a tiempo de evitar un baño de sangre. No siempre será inocente la que se derrame. Antes o después de que muera su carcelero, los presos cubanos exigirán justicia. Y son cien mil.

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