Francesc Escribano, director de TV3, invitó en El Periódico de Catalunya a distinguir entre "lo que cuesta y lo que vale" la televisión pública, en particular la catalana.
Dice que la televisión "contribuye a mejorar nuestro nivel cultural, orientar nuestro sistema de valores y cimentar el espíritu democrático", lo que es una broma; y argumenta: "si TV3 no existiera, la presencia del catalán en los medios audiovisuales sería prácticamente nula", impresionante confesión de que los catalanes no quieren una cadena de televisión en catalán, y que lo que hacen sus muy democráticas autoridades es obligarlos a que la tengan y la paguen a la fuerza.
Lo del pago le duele a don Francesc, que reprocha al franquismo por no haber impuesto el canon que existe en otros países europeos para financiar los canales públicos.
Sin rubor alguno, saluda a dichos canales públicos porque tratan a los habitantes "como ciudadanos y no como simples consumidores", ya se sabe que ser consumidor –es decir, poder elegir– es una cosa horrorosa; y termina con esta joya: "¿Quién dijo que las televisiones privadas no nos cuestan nada? Si se sufragan con la publicidad lo hacen, indirectamente, con nuestro dinero. "
Y tan indirectamente, don Francesc. ¿No cree usted que media una diferencia apreciable entre lo obligatorio y lo voluntario?