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Juan Carlos Girauta

Una teoría zapaterina del conocimiento

La principal deslealtad de los socialistas es con la realidad.

Aznar acusa a los socialistas de deslealtad. Iremos al DRAE, a ver. Deslealtad es, lógicamente, "falta de lealtad", y lealtad es (primera acepción): "Cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad y las del honor y hombría de bien". La segunda acepción no viene al caso porque trata de animales. La tercera interesa más: "Legalidad, verdad, realidad".

Rodríguez encaja como incumplidor en las tres categorías de la tercera acepción. Las leyes se aplican en el momento, de la manera y en el sentido que a él le convenga, y en último extremo no se aplican nunca. De su relación con la verdad hablan Rubalcaba o el último González en El País. En cuanto a la realidad, no se incumple: se niega.

El más interesante negador de la realidad objetiva fue Berkeley. Su esse est percipi (ser es ser percibido), aboca al vértigo del solipsismo y, retrocediendo mucho, al primer principio hermético: "Todo es mente, el universo es mental". El retroceso es supuesto, pues aunque el hermetismo, como su nombre indica, busque paternidad en el incierto Hermes Trismegisto, sus principios parecen haber sido formulados por el ocultista americano William Walker Atkinson hace un siglo.

Los publicistas y los responsables de propaganda son solipsistas aunque no lo sepan, y tienen una deuda vitalicia con el ocultismo. Si todo es mente –o si, en términos más epistemológicos, "ser es ser percibido"–, entonces basta con actuar sobre la percepción para alterar la realidad. Cuando esta convicción se apodera del gobernante, alarma o al arma.

Lo que más ha de atraer a Rodríguez de Chávez o de Castro es que, compartiendo discurso progre, ejecutan ingenierías sociales exentas de miramientos. Las leyes son un problema para Rodríguez, la Constitución una contrariedad. Las capea mal que mal o pone a Vicefernández a formular un mantra: "Constitución, Constitución, Constitución". Como si repetir el término implicara respetarla.

Es en la propaganda donde puede Rodríguez destrabarse, prescindir de miramientos y poner al PP (siempre en la percepción de los suyos) fuera de la respetabilidad. Trabajo supersticioso que arroja lo sabido: el PP es franquismo, los liberales somos extrema derecha, etc. Es eficaz sólo en la mente de sus seguidores, que tomarán el próximo triunfo electoral de Rajoy como una especie de golpe de Estado, algo sustancialmente ilegítimo.

Cuentan con la tradición, con los golpes de Estado completamente objetivos que organizó su partido (su mismísimo partido, aquí no hacen falta analogías) durante los únicos años respetables de la Segunda República, los que la historiografía tuñonesca llamó "bienio negro", porque la CEDA, que había ganado las elecciones, era para ellos sustancialmente ilegítima. La principal deslealtad de los socialistas es con la realidad.

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