A pesar de los laxos –por no decir engañosos– criterios que utilizar el gobierno para contabilizar el número de parados en nuestro país, y a pesar del efecto positivo que tiene la Semana Santa en el sector servicios, el desempleo registrado el pasado mes de marzo ha descendido tan sólo seis décimas respecto al mes anterior.
Por mucho que el Gobierno se escude, tras cinco meses consecutivos de incrementos, en esos 14.356 parados menos, eso no borra el hecho de que en España la afiliación a la Seguridad Social haya registrado su peor tasa de crecimiento interanual desde la crisis económica de la primera mitad de los 90, al situarse en un exiguo 0,76 por ciento. El país tan sólo ha logrado crear 145.000 nuevos puestos de trabajo en los últimos 12 meses, su peor registro desde 1994.
Que España haya registrado en los últimos 12 meses el mayor ascenso del paro de toda la Unión Europea, como remarca el último informe de Eurostat, es un hecho que debería suscitar algo más que una ligera y retórica "preocupación" en el Gobierno, por mucho que esta sea un avance frente a la negación absoluta de la realidad económica que mostraba el Ejecutivo antes de las elecciones. Más aun cuando hasta el Banco de España acaba de reducir sus previsiones iniciales de crecimiento al 2,8% en 2008, y al 2,1% en 2009.
Con la inflación a niveles de 1995, los malos datos sobre el paro, un cada vez más abultado desequilibrio en nuestra balanza exterior, la revisión a la baja del crecimiento o la caída del consumo que ya reflejan algunos indicadores, el gobierno de Zapatero sigue dando muestras de una absoluta capacidad de reacción para afrontar la crisis.
La mentira y la huida hacia delante sigue siendo la respuesta de este Gobierno ante una situación económica que pide a gritos una reforma liberalizadora en profundidad frente a la pasividad y las ocurrencias electoralistas de un partido que, como el PSOE, consideraba hace bien poco "crispador" o "poco patriota" advertir la realidad. Y en esas seguimos...
