Menú
Carlos Semprún Maura

Pesadillas veraniegas

Val y su semanario son de izquierdas, y además sufren de lo que Manuel Valls y sus enemigos calificaron de "antitroskismo pavloviano", pero en cuestiones de racismo son ejemplares.

La muerte del pésimo cineasta egipcio Yussef Chahine (los fragmentos de sus películas que vi me resultaron vomitivos) ha dado lugar a un derroche de demagogia barriobajera y a un montón de mentiras onusianas. Como no tenía talento pero era de izquierdas (filocomunista), se le presenta, como resulta inevitable en este mundo contaminado por el virus del pensamiento único, como un gran luchador contra el fanatismo y por la libertad. Nadie, absolutamente nadie, se refiere siquiera a su fanatismo antisemita. Hay que precisar que el antisemitismo en Egipto es la norma; todos lo son con mayor o menor virulencia. Cuando alrededor de 2004 estuvo en Francia, Cannes y París, concedió varias entrevistas a la tele y la prensa en las que desarrolló su pensamiento antisemita con naturalidad, como si estuviera en El Cairo. Los franchutes antisemitas se frotaban las manos; otros quedaron pasmados o indignados ante tanta imbecilidad racista. Y él, a su vez, quedó pasmado al constatar que en Francia se ponían en tela de juicio sus doctrinas antisemitas, y lo explicó por el inmenso poder de los judíos en los medios, las finanzas y la política franceses. Bon débarras!

Pero en Francia se dan otros casos de antisemitismo. Por ejemplo uno que aún no ha alcanzado, que yo sepa, las pantallas de la televisión, el nec plus utra de la fama o el oprobio, conmueve estos días los círculos de la extrema izquierda, de cierta izquierda menos extrema y de las Damas del Bosque de Bolonia. Es el caso de Philipp Val, director del semanario satírico Charlie-Hebdo, que ha decidido separarse de su dibujante, Siné, debido a las caricaturas antisemitas de este, dignas de Chahine y de Je suis partout, viejo periódico reaccionario de los años 30 y 40 del siglo XX. Inmediatamente, la chusma antisemita de extrema izquierda se ha movilizado a favor de Siné y de la "libertad de expresión", faltaba más.

Yo no soy lector de Charlie-Hebdo, lo veo muy de vez en cuando, pero sé quién es Philippe Val porque frecuenta los platos de la televisión, y además tuvo su "hora de gloria" cuando el islamismo "moderado" y la Gran Mezquita de París quisieron condenarle ante los tribunales por haber publicado en su semanario las famosas caricaturas danesas contra el terrorismo islámico. Val y su semanario son de izquierdas, y además sufren de lo que Manuel Valls y sus enemigos calificaron de "antitroskismo pavloviano", pero en cuestiones de racismo son ejemplares. Cualquier forma de racismo, ya sea antimoro, antisemita o antinegro, les indigna. Eso, en la izquierda gala de hoy, tan pazguata ante el petroislamismo, les singulariza y aísla.

Pero, al pan, pan, y al vino, vino. Los deCharlie-Hebdoconstituyen los supervivientes de una tradición muy remota, la izquierda gala que antaño fue antirracista.

En Internacional

    0
    comentarios