L D (EFE) Rabadán ha comparecido este martes a juicio en el juzgado Penal 8 de Barcelona y ha reconocido los hechos, por lo que ha aceptado la pena rebajada por el fiscal, y el juez le ha condenado "in voce".
El joven, que ahora tiene 29 años y lleva 10 en prisión, ha sido condenado por su tercer y último intento de fugarse de la cárcel, lo que anunció incluso en una carta dirigida a los jueces, y que ocurrió el 19 de marzo de 2002. El abogado de Rabadán, Antonio García, ha mostrado su convencimiento de que el joven ya no volverá a intentar fugarse de la cárcel, tras explicar que, hace tres meses, ha iniciado un programa específico de delitos violentos con el fin de conseguir sus primeros permisos de salida programados y vigilados.
Según el abogado, Andrés Rabadán "no es un enfermo mental, sino que sufre algunos problemas de personalidad" y ha dicho que si no fuera por el "error" que en 1994 le diagnosticó una esquizofrenia paranoide, lo que llevó a los tribunales a condenarle a 20 años de internamiento, hoy sería un preso ordinario que ya podría disfrutar de permisos de salida de la prisión. La Audiencia de Barcelona y el Tribunal Supremo eximieron a Rabadán de la muerte de su padre por su supuesta esquizofrenia pero le condenaron por los descarrilamientos de los tres, y le impusieron una pena máxima de 20 años de internamiento en centro penitenciario psiquiátrico.
El joven, que ahora tiene 29 años y lleva 10 en prisión, ha sido condenado por su tercer y último intento de fugarse de la cárcel, lo que anunció incluso en una carta dirigida a los jueces, y que ocurrió el 19 de marzo de 2002. El abogado de Rabadán, Antonio García, ha mostrado su convencimiento de que el joven ya no volverá a intentar fugarse de la cárcel, tras explicar que, hace tres meses, ha iniciado un programa específico de delitos violentos con el fin de conseguir sus primeros permisos de salida programados y vigilados.
Según el abogado, Andrés Rabadán "no es un enfermo mental, sino que sufre algunos problemas de personalidad" y ha dicho que si no fuera por el "error" que en 1994 le diagnosticó una esquizofrenia paranoide, lo que llevó a los tribunales a condenarle a 20 años de internamiento, hoy sería un preso ordinario que ya podría disfrutar de permisos de salida de la prisión. La Audiencia de Barcelona y el Tribunal Supremo eximieron a Rabadán de la muerte de su padre por su supuesta esquizofrenia pero le condenaron por los descarrilamientos de los tres, y le impusieron una pena máxima de 20 años de internamiento en centro penitenciario psiquiátrico.