L D (EFE) Según la declaración de Muktar Said Ibrahim los planes iniciales, que consistían en abandonar mochilas en puntos clave de la ciudad que causarían una pequeña explosión, se modificaron después de los atentados del 7 de julio del mismo año, que dejaron 56 muertos, incluidos los cuatro terroristas suicida.
Para hacer el simulacro más realista, el grupo del 21-J decidió colgarse las mochilas a la espalda y detonarlas para provocar un caos "máximo", aunque no tenían intención de causar víctimas, aseguró Ibrahim. La semana pasada, el acusado confesó ser el responsable de la fabricación de los explosivos empleados el 21 de julio del 2005, pero insistió en que no pretendían matar ni herir a nadie.
Ibrahim precisó este lunes que el plan era que el compuesto de peróxido de hidrógeno y harina hiciera una pequeña explosión parecida a la de un petardo, lo que provocaría el pánico pero no causaría daños.
El acusado, de 29 años, explicó que él y Omar, de quien era vecino, tuvieron la idea en septiembre del 2004, después de haber asistido a varias manifestaciones en Londres contra las guerras de Irak y Afganistán. Ambos mantuvieron una conversación en la que, según Ibrahim, su amigo dijo: "¿Por qué no hacemos algo que destaque, un acto que haga creer a la gente que va a ver algún tipo de explosión?".
El abogado defensor, George Carter-Stephenson, le preguntó si se plantearon llevar a cabo explosiones reales. "No, sólo algo así como fuegos artificiales, un petardo; algo que hiciera ruido y causara pánico", contestó.
Ibrahim y Omar, residentes en el norte de Londres, descubrieron en un portal de internet un vídeo en árabe sobre cómo elaborar un explosivo casero con peróxido de hidrógeno. Copiaron el vídeo, que duraba alrededor de una hora, en un disco compacto y luego lo vieron en el piso de Omar. "Cuando vi lo fácil que era fabricar ese material, tuve la idea de utilizarlo para hacer un explosivo falso", prosiguió el acusado, que indicó que, cuando se tiene suficiente información, se puede elaborar "para que no funcione".
Su abogado le preguntó si en algún momento pensó que su supuesto acto de protesta podría meterle en problemas. Ibrahim respondió que pensaron que en el lugar de los hechos la Policía "se lo tomaría en serio", pero que después los científicos concluirían que "todo había sido una farsa".
El acusado dijo también que, aunque no estaba de acuerdo con los atentados del 7 de julio, los más sangrientos en la historia de este país, "sirvieron para que el Reino Unido y los políticos hablaran sobre su papel en Irak".
En la audiencia anterior, Ibrahim, nacido en Eritrea y refugiado con su familia en el Reino Unido desde 1990, admitió que él era la persona que aparecía en los vídeos de seguridad intentando detonar una presunta bomba en el autobús de línea 26 de Londres el 21 de julio del 2005.
El joven es uno de seis acusados por los atentados fallidos del 21-J contra el transporte público londinense, junto con Yassin Omar, de 26 años, Manfo Kwaku Asiedu, de 33; Hussain Osman, de 28; Ramzi Mohammed, de 25, y Adel Yahya, de 24.
El grupo afronta la imputación de varios delitos de conspiración para asesinar y para causar explosiones susceptibles de poner vidas en peligro, aunque todos niegan los cargos. Los ataques del 21 de julio del 2005 fueron muy similares a los cometidos el 7 de julio del mismo año contra el metro y un autobús de Londres, que causaron 56 muertos y unos 700 heridos.
Para hacer el simulacro más realista, el grupo del 21-J decidió colgarse las mochilas a la espalda y detonarlas para provocar un caos "máximo", aunque no tenían intención de causar víctimas, aseguró Ibrahim. La semana pasada, el acusado confesó ser el responsable de la fabricación de los explosivos empleados el 21 de julio del 2005, pero insistió en que no pretendían matar ni herir a nadie.
Ibrahim precisó este lunes que el plan era que el compuesto de peróxido de hidrógeno y harina hiciera una pequeña explosión parecida a la de un petardo, lo que provocaría el pánico pero no causaría daños.
El acusado, de 29 años, explicó que él y Omar, de quien era vecino, tuvieron la idea en septiembre del 2004, después de haber asistido a varias manifestaciones en Londres contra las guerras de Irak y Afganistán. Ambos mantuvieron una conversación en la que, según Ibrahim, su amigo dijo: "¿Por qué no hacemos algo que destaque, un acto que haga creer a la gente que va a ver algún tipo de explosión?".
El abogado defensor, George Carter-Stephenson, le preguntó si se plantearon llevar a cabo explosiones reales. "No, sólo algo así como fuegos artificiales, un petardo; algo que hiciera ruido y causara pánico", contestó.
Ibrahim y Omar, residentes en el norte de Londres, descubrieron en un portal de internet un vídeo en árabe sobre cómo elaborar un explosivo casero con peróxido de hidrógeno. Copiaron el vídeo, que duraba alrededor de una hora, en un disco compacto y luego lo vieron en el piso de Omar. "Cuando vi lo fácil que era fabricar ese material, tuve la idea de utilizarlo para hacer un explosivo falso", prosiguió el acusado, que indicó que, cuando se tiene suficiente información, se puede elaborar "para que no funcione".
Su abogado le preguntó si en algún momento pensó que su supuesto acto de protesta podría meterle en problemas. Ibrahim respondió que pensaron que en el lugar de los hechos la Policía "se lo tomaría en serio", pero que después los científicos concluirían que "todo había sido una farsa".
El acusado dijo también que, aunque no estaba de acuerdo con los atentados del 7 de julio, los más sangrientos en la historia de este país, "sirvieron para que el Reino Unido y los políticos hablaran sobre su papel en Irak".
En la audiencia anterior, Ibrahim, nacido en Eritrea y refugiado con su familia en el Reino Unido desde 1990, admitió que él era la persona que aparecía en los vídeos de seguridad intentando detonar una presunta bomba en el autobús de línea 26 de Londres el 21 de julio del 2005.
El joven es uno de seis acusados por los atentados fallidos del 21-J contra el transporte público londinense, junto con Yassin Omar, de 26 años, Manfo Kwaku Asiedu, de 33; Hussain Osman, de 28; Ramzi Mohammed, de 25, y Adel Yahya, de 24.
El grupo afronta la imputación de varios delitos de conspiración para asesinar y para causar explosiones susceptibles de poner vidas en peligro, aunque todos niegan los cargos. Los ataques del 21 de julio del 2005 fueron muy similares a los cometidos el 7 de julio del mismo año contra el metro y un autobús de Londres, que causaron 56 muertos y unos 700 heridos.