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China amenaza con luchar a muerte contra los disidentes tibetanos

La dictadura china, a través del Partido Comunista en el Tibet, advirtió que el régimen está embarcado en una "batalla a vida o muerte", después de que expirase el ultimátum dado a los manifestantes en Lhasa para que se entregaran a las autoridades. En un artículo que publica el Tibet Daily, el secretario Zhang Qingli afirmó que es "un lobo envuelto en un hábito, un monstruo con rostro humano y corazón de animal". Por su parte, el South Media Morning Post asegura que las manifestaciones se han extendido a las provincias chinas de Sichuan, Gansú y Qinghai, donde vive una importante comunidad tibetana.

La dictadura china, a través del Partido Comunista en el Tibet, advirtió que el régimen está embarcado en una "batalla a vida o muerte", después de que expirase el ultimátum dado a los manifestantes en Lhasa para que se entregaran a las autoridades. En un artículo que publica el Tibet Daily, el secretario Zhang Qingli afirmó que es "un lobo envuelto en un hábito, un monstruo con rostro humano y corazón de animal". Por su parte, el South Media Morning Post asegura que las manifestaciones se han extendido a las provincias chinas de Sichuan, Gansú y Qinghai, donde vive una importante comunidad tibetana.
LD (EFE) En un artículo publicado en el periódico Tibet Daily, el secretario del Partido Comunista en el Tibet, Zhang Qingli, aseguró que China está embarcada en una "batalla a vida o muerte" en la rebelde provincia tibetana, después de que expirase el ultimátum dado a los manifestantes en Lhasa para que se entregaran a las autoridades
 
Qingli afirma que "estamos actualmente en el medio de una fiera lucha con sangre y fuego, una lucha a vida o muerte con el enemigo". Añade que "mientras permanezcamos con un solo corazón, convirtamos a las masas en una ciudad amurallada y trabajemos juntos para atacar al enemigo, podremos salvaguardar la estabilidad social y conseguir una victoria total en esta batalla contra el separatismo".
 
Según afirmó, el Dalai Lama es "un lobo envuelto en un hábito, un monstruo con rostro humano y corazón de animal". La versión oficial china dice que trece "civiles inocentes" fallecieron en los incendios y saqueos llevados a cabo por los manifestantes. Organizaciones de derechos humanos y el Gobierno tibetano en el exilio aseguran que al menos un centenar de personas fallecieron durante la represión de las protestas por las fuerzas de seguridad chinas.
 
Supuestas entregas
 
La agencia oficial china de noticias Xinhua asegura que al menos 105 tibetanos se entregaron la Policía china por su participación en las revueltas de Lhasa. Las supuestas rendiciones tienen lugar después de que en la mediodía del lunes venciera el ultimátum dado por la dictadura China, que prometió "clemencia" a los que se entregasen y amenazó con duros castigos a los que no.
 
Xinhua asegura que uno de los rendidos, un tibetano de veinticinco años que, según relató, estaba beodo en su casa durante la revuelta cuando escuchó gritos de "sal, o te quemaremos la casa", por lo que decidió seguir "a ciegas" a la turba y la ayudó a destrozar a pedradas un automóvil y una furgoneta. Otro de los entregados, de 53 años, dijo que al escuchar el mismo grito de "sal o te quemaremos la casa" decidió simplemente seguir a los manifestantes, aunque finalmente se entregó porque se sentía muy perturbado por lo que había hecho.
 
Se extienden las protestas
 
En tanto, el periódico South China Morning Post informa en su última edición que las protestas se han extendido a tres provincias chinas. Así, en la ciudad de Aba, provincia de Sichuan limítrofe con el Tíbet y con un elevado porcentaje de tibetanos, la Policía abrió fuego contra los manifestantes y dejó varios muertos, según denunció la ONG Centro Tibetano para los Derechos Humanos y la Democracia. "Se han vuelto locos", dijo al rotativo una funcionaria policial, quien dijo que una turba de tibetanos arrojó artefactos explosivos con petróleo, quemaron un puesto de la policía y un mercado, además de prender fuego a dos coches policiales.
 
En Qinghai, que comparte también frontera con el Tíbet, cien monjes desafiaron una orden que los confinaba a su monasterio de Rongwo, en la ciudad de Tongren, y tras escalar una colina tiraron petardos y quemaron incienso. Por último, en la provincia de Gansú, al norte de las dos anteriores, tibetanos a caballo y en motocicleta atacaron un edificio gubernamental cerca de la ciudad de Hezuo, y fueron recibidos a porrazos por la Policía.

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