L D (EFE) "Tengo derecho a dos o tres días de vida privada", dijo Ribkin, a quien algunos medios poco menos que lo daban por secuestrado por los servicios secretos, extorsionado por la mafia o con un bloque de cemento atado a los pies en uno de los numerosos estanques de Moscú.
Sin embargo, al final parece ser que se impuso una versión menos truculenta: Ribkin, azote del presidente ruso, Vladimir Putin, y paladín contra la que denomina "dictadura" del Kremlin, se fue a la capital ucraniana a pasar unos días con unos amigos.
"Vine a Kíev a pasarlo bien con mis amigos, desconecté los teléfonos móviles y no vi la televisión", se justificó Ribkin en una entrevista telefónica a la agencia rusa Interfax, a la que dijo que regresaría en las próximas horas a Moscú. El "hallazgo" lo comunicó su coordinadora de campaña, Xenia Ponomariova, quien señaló que el político la había llamado por teléfono desde Kíev cuando se enteró al leer este martes la prensa y se dio cuenta del revuelo causado por su desaparición, expectación que, por otra parte, dijo no entender.
Ponomariova ya anunció que dimitirá de su puesto de coordinadora ante el comportamiento de Ribkin, uno de los seis rivales de Putin en las elecciones de marzo y que antaño ocupó los cargos de presidente del Parlamento y jefe del Consejo de Seguridad del Kremlin. "Decidí descansar de todo el jaleo que tenía en torno mío. Le dejé frutas y dinero a mi mujer, que ahora está con los nietos, y sin decirle nada me cambié de chaqueta, me subí al tren y me marché a Kíev", dijo el "presidenciable".
Fue su mujer, Albina, quien, después de no tener noticias de su esposo desde el jueves por la noche, presentó el domingo una denuncia. Albina (que supo de la suerte de su marido a través de la agencia Interfax) había expresado sus temores de que alguien hubiera hecho desaparecer a su marido para dejar libre el camino de Putin hacia la Presidencia. "Están detrás de mí todo el tiempo, pero no nos rendiremos", había dicho Ribkin el 4 de febrero, un día antes de desaparecer, en una entrevista a Radio Free Europe-Radio Liberty.
Tal temor parecía fundado: Ribkin lidera Rusia Liberal, partido que, en los últimos dos años, vio cómo eran asesinados a tiros sus dos principales dirigentes: Serguéi Yushenkov, en abril de 2003, y Vladímir Goloviov, en agosto de 2002. En los últimos tiempos, Ribkin se había destacado como un ácido crítico de Putin, de la guerra emprendida por éste en Chechenia y de la detención del magnate Mijaíl Jodorkovski, ex presidente de Yukos, la mayor petrolera rusa. Incluso en una carta abierta al diario "Kommersant", Ribkin denunció que Putin es el "mayor oligarca de Rusia" y que quiere hacerse con el control de la economía del país.
En otra entrevista, acusó a Putin de destruir la libertad de prensa, de sustentar su poder en la sangre vertida en Chechenia y de barrer a opositores y críticos por medio del "chantaje, el asesinato y el ostracismo". Su vinculación al magnate Borís Berezovski, enemigo jurado de Putin asilado en Londres (pues sobre su cabeza pende una orden de busca y captura de la Fiscalía rusa), añadió leña estos días a las especulaciones más negras. El propio Berezovski, quien auspicia la campaña electoral de Ribkin, señaló el domingo que éste estaba "vivo y bien", y que reaparecería el lunes, cosa que no ocurrió.
Tras conocerse la noticia de que Ribkin se encontraba en Kíev, abundaron los testimonios de quienes ven en su "desaparición" una maniobra para atraer la atención sobre su candidatura, orquestada por Berezovski.
Sin embargo, al final parece ser que se impuso una versión menos truculenta: Ribkin, azote del presidente ruso, Vladimir Putin, y paladín contra la que denomina "dictadura" del Kremlin, se fue a la capital ucraniana a pasar unos días con unos amigos.
"Vine a Kíev a pasarlo bien con mis amigos, desconecté los teléfonos móviles y no vi la televisión", se justificó Ribkin en una entrevista telefónica a la agencia rusa Interfax, a la que dijo que regresaría en las próximas horas a Moscú. El "hallazgo" lo comunicó su coordinadora de campaña, Xenia Ponomariova, quien señaló que el político la había llamado por teléfono desde Kíev cuando se enteró al leer este martes la prensa y se dio cuenta del revuelo causado por su desaparición, expectación que, por otra parte, dijo no entender.
Ponomariova ya anunció que dimitirá de su puesto de coordinadora ante el comportamiento de Ribkin, uno de los seis rivales de Putin en las elecciones de marzo y que antaño ocupó los cargos de presidente del Parlamento y jefe del Consejo de Seguridad del Kremlin. "Decidí descansar de todo el jaleo que tenía en torno mío. Le dejé frutas y dinero a mi mujer, que ahora está con los nietos, y sin decirle nada me cambié de chaqueta, me subí al tren y me marché a Kíev", dijo el "presidenciable".
Fue su mujer, Albina, quien, después de no tener noticias de su esposo desde el jueves por la noche, presentó el domingo una denuncia. Albina (que supo de la suerte de su marido a través de la agencia Interfax) había expresado sus temores de que alguien hubiera hecho desaparecer a su marido para dejar libre el camino de Putin hacia la Presidencia. "Están detrás de mí todo el tiempo, pero no nos rendiremos", había dicho Ribkin el 4 de febrero, un día antes de desaparecer, en una entrevista a Radio Free Europe-Radio Liberty.
Tal temor parecía fundado: Ribkin lidera Rusia Liberal, partido que, en los últimos dos años, vio cómo eran asesinados a tiros sus dos principales dirigentes: Serguéi Yushenkov, en abril de 2003, y Vladímir Goloviov, en agosto de 2002. En los últimos tiempos, Ribkin se había destacado como un ácido crítico de Putin, de la guerra emprendida por éste en Chechenia y de la detención del magnate Mijaíl Jodorkovski, ex presidente de Yukos, la mayor petrolera rusa. Incluso en una carta abierta al diario "Kommersant", Ribkin denunció que Putin es el "mayor oligarca de Rusia" y que quiere hacerse con el control de la economía del país.
En otra entrevista, acusó a Putin de destruir la libertad de prensa, de sustentar su poder en la sangre vertida en Chechenia y de barrer a opositores y críticos por medio del "chantaje, el asesinato y el ostracismo". Su vinculación al magnate Borís Berezovski, enemigo jurado de Putin asilado en Londres (pues sobre su cabeza pende una orden de busca y captura de la Fiscalía rusa), añadió leña estos días a las especulaciones más negras. El propio Berezovski, quien auspicia la campaña electoral de Ribkin, señaló el domingo que éste estaba "vivo y bien", y que reaparecería el lunes, cosa que no ocurrió.
Tras conocerse la noticia de que Ribkin se encontraba en Kíev, abundaron los testimonios de quienes ven en su "desaparición" una maniobra para atraer la atención sobre su candidatura, orquestada por Berezovski.