L D (EFE) Las conversaciones con el líder de la Duma o Cámara de Diputados, Borís Grizlov, y otros dirigente del partido oficialista Rusia Unida coincidirán con el ecuador del plazo de dos semanas que la Carta Magna concede al jefe del Kremlin para presentar la candidatura del nuevo jefe del Gobierno.
El pasado martes, Putin sorprendió al país con la destitución del Gobierno en pleno, aunque en la práctica se libró sólo de Kasianov, pues pidió a todos los ministros que siguieran en funciones hasta la designación del nuevo jefe del Gabinete. Según el jefe del Kremlin, la defenestración del gabinete a menos de tres semanas de las elecciones presidenciales del próximo día 14, en las que Putin mismo es el claro favorito, obedeció a su deseo de que la ciudadanía sepa antes de acudir a las urnas quién será el primer ministro.
Si bien no despidió con honores a Kasianov, su primer ministro durante cuatros años, Putin calificó de satisfactoria su gestión al frente del Gabinete. Por su parte, el ex primer ministro dijo que la destitución lo había sorprendido, pero admitió que "se cumplió totalmente el contrato" suscrito con Putin en 2000. Esta declaración fue interpretada como una confirmación de que la permanencia de Kasianov al frente del Gobierno durante cuatro años fue una de las condiciones que impuso el entonces presidente ruso, Boris Yeltsin, cuando dimitió el 31 diciembre de 1999 y presentó a Putin como su sucesor.
Según la Constitución, la designación del primer ministro es en esencia una prerrogativa del presidente, aunque debe presentar la candidatura de éste para su ratificación en la Duma. Sin embargo, el beneplácito de la Cámara al candidato a primer ministro es un simple trámite, pues la Carta Magna le da al jefe del Estado un magnífico instrumento de presión: si los diputados se oponen tres veces consecutivas a su ratificación, el presidente está facultado para disolver la Duma y convocar nuevas elecciones.
Además, para mayor tranquilidad de Putin, el partido oficialista Rusia Unida cuenta con poco más de dos tercios de los 450 escaños que tiene la Duma, lo que le brinde la oportunidad al Kremlin no sólo de aprobar diligentemente leyes, sino también de emprender las reformas constitucionales que considere convenientes. En mayo del año pasado, en su último mensaje sobre el estado de la nación, Putin sugirió la posibilidad de que el Gobierno sea formado por la mayoría parlamentaria, aunque no mencionó la necesidad de refrendar constitucionalmente esa idea. La victoria aplastante de Rusia Unida en las legislativas de diciembre pasado deja las manos libres a Putin para poner en marcha un mecanismo parlamentario de formación del Gobierno.
Sin embargo, aunque así sea, sólo cuando se conozca el nombre del nuevo primer ministro se podrá aventurar sobre la orientación del nuevo Gobierno, pues en Rusia Unida cohabiten desde reformistas liberales hasta nacionalistas de izquierda. Entre los nombres que barajan los medios informativos como candidatos a la jefatura del Gobierno figuran los de Serguei Ivanov, ministro de Defensa en funciones; Alexei Kudrin, viceprimer ministro en funciones, y Dmitri Kozak, jefe adjunto del Gabinete de la Presidencia. Tampoco se descarta para el cargo al actual primer ministro en funciones, Victor Jristenko, ni al presidente de la Duma. Hay quienes no excluyen incluso la posibilidad de que el elegido pueda ser un político de oposición, como el dirigente liberal Grigori Yavlinski, o el líder nacionalista de izquierda Serguei Glaziev.
El pasado martes, Putin sorprendió al país con la destitución del Gobierno en pleno, aunque en la práctica se libró sólo de Kasianov, pues pidió a todos los ministros que siguieran en funciones hasta la designación del nuevo jefe del Gabinete. Según el jefe del Kremlin, la defenestración del gabinete a menos de tres semanas de las elecciones presidenciales del próximo día 14, en las que Putin mismo es el claro favorito, obedeció a su deseo de que la ciudadanía sepa antes de acudir a las urnas quién será el primer ministro.
Si bien no despidió con honores a Kasianov, su primer ministro durante cuatros años, Putin calificó de satisfactoria su gestión al frente del Gabinete. Por su parte, el ex primer ministro dijo que la destitución lo había sorprendido, pero admitió que "se cumplió totalmente el contrato" suscrito con Putin en 2000. Esta declaración fue interpretada como una confirmación de que la permanencia de Kasianov al frente del Gobierno durante cuatro años fue una de las condiciones que impuso el entonces presidente ruso, Boris Yeltsin, cuando dimitió el 31 diciembre de 1999 y presentó a Putin como su sucesor.
Según la Constitución, la designación del primer ministro es en esencia una prerrogativa del presidente, aunque debe presentar la candidatura de éste para su ratificación en la Duma. Sin embargo, el beneplácito de la Cámara al candidato a primer ministro es un simple trámite, pues la Carta Magna le da al jefe del Estado un magnífico instrumento de presión: si los diputados se oponen tres veces consecutivas a su ratificación, el presidente está facultado para disolver la Duma y convocar nuevas elecciones.
Además, para mayor tranquilidad de Putin, el partido oficialista Rusia Unida cuenta con poco más de dos tercios de los 450 escaños que tiene la Duma, lo que le brinde la oportunidad al Kremlin no sólo de aprobar diligentemente leyes, sino también de emprender las reformas constitucionales que considere convenientes. En mayo del año pasado, en su último mensaje sobre el estado de la nación, Putin sugirió la posibilidad de que el Gobierno sea formado por la mayoría parlamentaria, aunque no mencionó la necesidad de refrendar constitucionalmente esa idea. La victoria aplastante de Rusia Unida en las legislativas de diciembre pasado deja las manos libres a Putin para poner en marcha un mecanismo parlamentario de formación del Gobierno.
Sin embargo, aunque así sea, sólo cuando se conozca el nombre del nuevo primer ministro se podrá aventurar sobre la orientación del nuevo Gobierno, pues en Rusia Unida cohabiten desde reformistas liberales hasta nacionalistas de izquierda. Entre los nombres que barajan los medios informativos como candidatos a la jefatura del Gobierno figuran los de Serguei Ivanov, ministro de Defensa en funciones; Alexei Kudrin, viceprimer ministro en funciones, y Dmitri Kozak, jefe adjunto del Gabinete de la Presidencia. Tampoco se descarta para el cargo al actual primer ministro en funciones, Victor Jristenko, ni al presidente de la Duma. Hay quienes no excluyen incluso la posibilidad de que el elegido pueda ser un político de oposición, como el dirigente liberal Grigori Yavlinski, o el líder nacionalista de izquierda Serguei Glaziev.