L D (EFE) Fue uno de los momentos más intensos del Vía Crucis. La masacre terrorista de Madrid, que costó la vida a 191 personas e hirió a más de 1.500, volvió al pensamiento de las miles de personas que con velas ocupaban la gran explanada de delante del Coliseo.
El Vía Crucis se celebró en una noche desapacible, tras una jornada de intensa lluvia, y en medio de fuertes pero discretas medidas de seguridad ante el temor a eventuales atentados terroristas. Juan Pablo II, que llevaba una esclavina roja, llegó al Coliseo en automóvil descapotable, sin aparentes especiales medidas de seguridad. Abrió el rito con una plegaria, leída por un ayudante, en la que recordó que este año los cristianos de Occidente y los de Oriente celebran en la misma fecha la Pascua. Al final recordó que el Viernes Santo es la demostración del infinito amor de Jesús por los hombres y que debe permanecer en la mente del hombre como la "hora del amor y de la gloria", como un "símbolo de esperanza".
El Vía Crucis discurrió por el interior del Coliseo —el famoso anfiteatro Flavio, que recuerda los sufrimientos de los primeros cristianos—, continuó por delante del Arco de Trajano y concluyó en la colina del Palatino. Dado que su delicado estado de salud le impide caminar, el anciano Pontífice fue ayudado por varias personas para portar la Cruz. Así, el símbolo de los cristianos fue portado por un cardenal, por un fraile franciscano de la Custodia de Tierra Santa; una familia de la diócesis de Roma, una laica de la isla de Granada, un sacerdote estadounidense, una religiosa india y la joven española
El Vía Crucis se celebró en una noche desapacible, tras una jornada de intensa lluvia, y en medio de fuertes pero discretas medidas de seguridad ante el temor a eventuales atentados terroristas. Juan Pablo II, que llevaba una esclavina roja, llegó al Coliseo en automóvil descapotable, sin aparentes especiales medidas de seguridad. Abrió el rito con una plegaria, leída por un ayudante, en la que recordó que este año los cristianos de Occidente y los de Oriente celebran en la misma fecha la Pascua. Al final recordó que el Viernes Santo es la demostración del infinito amor de Jesús por los hombres y que debe permanecer en la mente del hombre como la "hora del amor y de la gloria", como un "símbolo de esperanza".
El Vía Crucis discurrió por el interior del Coliseo —el famoso anfiteatro Flavio, que recuerda los sufrimientos de los primeros cristianos—, continuó por delante del Arco de Trajano y concluyó en la colina del Palatino. Dado que su delicado estado de salud le impide caminar, el anciano Pontífice fue ayudado por varias personas para portar la Cruz. Así, el símbolo de los cristianos fue portado por un cardenal, por un fraile franciscano de la Custodia de Tierra Santa; una familia de la diócesis de Roma, una laica de la isla de Granada, un sacerdote estadounidense, una religiosa india y la joven española