L D (EFE) El Valladolid acusó la presión de esta quinta final europea y no supo estar a la altura de las circunstancias, especialmente el primer cuarto de hora durante el cual deambuló sobre la cancha y permitió que el conjunto pamplonica campara a sus anchas sin apenas oposición. El aliento de los aficionados, junto a la aparición en la pista del joven central canterano Chema Rodríguez, fueron el revulsivo que se esperaba para ir recortando las diferencias, aun a costa de un supremo esfuerzo que, en los últimos minutos, lo acusaron en exceso los vallisoletanos.
El BM Valladolid, fiel a su costumbre, no bajó los brazos y se fue superando a sí mismo para llegar a equilibrar el marcador (19-19) a los cinco minutos de reanudado el encuentro, a base de entrega y pundonor, ante la mayor calidad y envergadura del rival. El Portland se vio obligado a reforzar aún más su defensa, incluso endureciendo sus acciones, de forma que llegaron las exclusiones para que el Valladolid consiguiera remontar el tanteo y llegar a su máxima renta de dos goles (23-21 y 24-22) al filo del minuto 45. Pero cuando mejor lo tenía el conjunto local para distanciarse en el marcador, surgió la figura del meta cubano Vladimir Rivero para rechazar varios disparos desde los seis metros y permitir la reacción de su equipo.
Los empates se sucedieron hasta que las fuerzas comenzaron a flaquear en el bando vallisoletano y su precipitación por querer ganar la aprovechó el Portland, provisto de un banquillo mucho más amplio, para irse de dos goles (26-28) a cinco minutos del final del partido. El Valladolid, sacando fuerzas de flaqueza, consiguió frenar el empuje visitante para volver a equilibrar el resultado (29-29), pero la mayor experiencia del rival permitió que los goles de Urdiales, de penalti, y de Richardson, inconmensurable, sentenciaran el resultado, que maquilló Milinovic desde el punto de penalti.
El BM Valladolid, fiel a su costumbre, no bajó los brazos y se fue superando a sí mismo para llegar a equilibrar el marcador (19-19) a los cinco minutos de reanudado el encuentro, a base de entrega y pundonor, ante la mayor calidad y envergadura del rival. El Portland se vio obligado a reforzar aún más su defensa, incluso endureciendo sus acciones, de forma que llegaron las exclusiones para que el Valladolid consiguiera remontar el tanteo y llegar a su máxima renta de dos goles (23-21 y 24-22) al filo del minuto 45. Pero cuando mejor lo tenía el conjunto local para distanciarse en el marcador, surgió la figura del meta cubano Vladimir Rivero para rechazar varios disparos desde los seis metros y permitir la reacción de su equipo.
Los empates se sucedieron hasta que las fuerzas comenzaron a flaquear en el bando vallisoletano y su precipitación por querer ganar la aprovechó el Portland, provisto de un banquillo mucho más amplio, para irse de dos goles (26-28) a cinco minutos del final del partido. El Valladolid, sacando fuerzas de flaqueza, consiguió frenar el empuje visitante para volver a equilibrar el resultado (29-29), pero la mayor experiencia del rival permitió que los goles de Urdiales, de penalti, y de Richardson, inconmensurable, sentenciaran el resultado, que maquilló Milinovic desde el punto de penalti.