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SEMBLANZA: Benito Floro y su penúltimo banquillo

Benito Floro, que este lunes ha sido destituido como técnico del Mallorca, ha vivido una vez más el lado amargo del fútbol, en una profesión, la de entrenador, siempre inestable en consonancia con las veleidades del balón de entrar o no en la portería rival.

Benito Floro, que este lunes ha sido destituido como técnico del Mallorca, ha vivido una vez más el lado amargo del fútbol, en una profesión, la de entrenador, siempre inestable en consonancia con las veleidades del balón de entrar o no en la portería rival.

L D (EFE) Floro, en esta ocasión, ha perdido el asiento en contra de su voluntad, por los malos resultados de su equipo, el Mallorca, pero no siempre ha sido así. En otras ocasiones fue él mismo el que terminó su aventura en el banquillo que ocupaba.

La temporada pasada, cuando estaba al frente del Villarreal, sorprendió a todos dimitiendo de un equipo que estaba jugando la Copa de la UEFA y en el octavo puesto de la clasificación, a un punto de los puestos europeos, por "la poca implicación de los futbolistas" a sus órdenes. "Cuando un entrenador ve que la plantilla, durante equis tiempo, manifiesta poca implicación para el trabajo que se propone, considero que no merece la pena continuar", dijo el técnico asturiano en ese momento, el pasado 23 de febrero. "Es honesto y razonable por mi parte decir hasta aquí he llegado y mejor dejarlo", añadió Floro, que también dimitió en el Albacete después de haber sido cesado como técnico del Real Madrid.

Benito Floro, nacido en Gijón el 2 de junio de 1952, está considerado como un estudioso del fútbol que tuvo una corta carrera profesional como jugador. Su etapa como futbolista finalizó cuando sólo tenía 26 años, por problemas de vértigo. Militó como centrocampista en los equipos de Manzanares, Silla, Benifalló, Alacuas y Alcira.

Tras colgar las botas, cursó los estudios de entrenador juvenil, regional y nacional. El primer equipo que dirigió fue el Silla y de éste pasó al Torrente, al que ascendió a categoría Preferente y a Tercera División. Luego fue contratado por el Denia y subió al conjunto alicantino a Tercera División. Posteriormente se fue a tierras valencianas y preparó al Gandía y al Alcira, con el que logró el ascenso a la Segunda División B. Onteniente, Olímpico de Játiva y Villarreal también conocieron los métodos, tácticas y estrategias del técnico asturiano, capaz de hacer entrenamientos específicos y elevar a la categoría de "jugada de estrategia" un saque de banda.

En la temporada 1988-89 se hizo cargo del Albacete, con el que inició su trabajo en Segunda División B. En dos campañas, le ascendió a Segunda División y en la Liga 1990-91 a la Primera División por primera vez en la historia del club manchego. Bajo su dirección, el Albacete, al que se le denominó el queso mecánico, se convirtió en el equipo sorpresa de la máxima categoría del fútbol español. Terminó situado en el séptimo puesto de la tabla y en junio de 1992, Floro firmó un contrato por dos años como entrenador del Real Madrid que no llegó a concluir.

Tras una pretemporada decepcionante, Floro debutó en competición oficial con el equipo blanco con una derrota en Barcelona (2-1) el 6 de septiembre de 1992. El Real Madrid llegó a la última jornada con opciones de proclamarse campeón, pero, por segundo año consecutivo, perdió en el estadio Heliodoro Rodríguez López ante el Tenerife (2-0) y la Liga 92-93 fue para el Barcelona. El disgusto quedó mitigado en parte con la consecución de la Copa del Rey tras derrotar por 2-0 al Real Zaragoza en la final.

En su segunda temporada en el Real Madrid, la irregularidad del equipo blanco fue la principal característica. Cada resultado favorable fue solapado por una debacle y a la consecución de la Supercopa frente al Barcelona (3-1 en el Bernabéu y 1-1 en el Camp Nou) siguieron grandes decepciones, como la escandalosa derrota ante los azulgranas en Liga por 5-0 y la eliminación en los cuartos de final de la Copa del Rey ante el Tenerife. Una derrota en Lérida, que dejó al Real Madrid tercero a cinco puntos del líder Deportivo, acabó con su etapa como entrenador madridista.

Ese fue un punto y seguido en la carrera de Floro, que luego volvió al Albacete -para dimitir- y que más tarde dirigió al Sporting de Gijón, el equipo de su tierra, para ser destituido antes de acabar el ejercicio. El asturiano probó fortuna en otros países y estuvo cinco años entrenando en el extranjero, en los que dirigió al Vissel Kobe japonés y al Monterrey mexicano, hasta que el Villarreal le recuperó para el fútbol español. Ahora en el Mallorca apenas ha durado cuatro meses.

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