L D (EFE) La novela ganadora está situada en la inmediata posguerra española, cuando la esposa de un enemigo del alzamiento franquista y su hija son represaliadas y enviadas a un destierro forzoso a la isla balear de Cabrera. En ella, unas menudas casuchas, una cantina, algún pescador, un destacamento militar y un ermitaño alemán forman el escaso paisaje de posibles compañías. En Mallorca, un hombre se encarga de los trabajos más desagradables a cambio de que las autoridades le perdonen un turbio pasado; y en esta ocasión hay que acabar con la vida de un espía alemán que ha traicionado al Tercer Reich y que se esconde en Cabrera.
Tras hacerse público el fallo del Premio Nadal, Pedro Zarraluki comentó que "comparto con Susan Sontag, recientemente fallecida, su idea de que una de las funciones principales de la novela es nutrir la conciencia". Para el ganador, que ha invertido los últimos tres años en la creación del libro, "en los tiempos que corren, la novela, además de no perder su lado de entretenimiento, debe tratar de afectar a nuestra conciencia de la vida".
Novela futurista y libro corto
El finalista del premio Nadal, Nicolás Casariego explicó que su novela, "Cazadores de luz" es "una novela futurista, pero tratada con un tono realista, cuya historia está ambientada en una ciudad imaginaria en la que la sociedad está abocada al consumo y la imagen". En esta sociedad dominada por las grandes corporaciones, Mallick es un amoral vendedor de toda clase de productos, entre ellos, él mismo, pero su vida ordenada y dedicada a las transacciones y a la simulación se ve alterada cuando se enamora de una mujer mucho más sofisticada que él. "Cazadores de luz" es una novela de intriga y de amor, pero también la sugerente recreación mediante la palabra de un mundo eminentemente visual.
El ganador del Premio Josep Pla de prosa en catalán, el escritor y poeta mallorquín Sebastiá Alzamora, ha asegurado que su novela ganadora, "La pell i la princesa" (La piel y la princesa) "se trata de una 'nouvelle', como dicen los franceses, porque es un libro corto, ambientada en la Praga del siglo XVII, al comienzo de la Guerra de los Treinta Años". En ese contexto, Alzamora ha situado "un personaje que acaba convirtiéndose en soldado de fortuna, que comete el error de enamorarse de una princesa, pero una princesa de las de antes".
Alzamora ha asegurado que "aunque es una historia romántica, no es cursi, sino que pretende plantear la revolución pendiente desde el Romanticismo, que es la única que puede reformar nuestra sociedad actual". La Revolución del Espíritu, como la llama Alzamora, es "esa revolución que debe acometer cada individuo desde la belleza y ante la belleza".
Al igual que su compañero generacional Hector Bofill hace dos años cuando ganó el Pla –los autodenominados "imparables"–, en un tono más de declaración de intenciones Alzamora ha subrayado que "espero que mi obra sea una contribución digna a esta gran cultura y lenguas 'imparables'". Como mallorquín, ha añadido, "siento un profundo orgullo" pertenecer a una lengua y una literatura catalanas y espera "no tener que pedir disculpas nunca más por nada".