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El Estudiantes vence al Real Madrid en un derbi sin trascendencia (90-84)

Las victorias contra el Real Madrid siempre saben mejor que cualquier otra en el vestuario del Adecco Estudiantes, aunque no haya nada importante en juego. Y los colegiales no han podido resistirse a darse el gusto de tumbar al equipo de Bozidar Maljkovic, a beneficio de inventario, en un derbi, correspondiente a la decimotecera jornada de la primera fase de la Euroliga, para la anécdota que Louis Bullock, Alberto Herreros y Antonis Fotsis vieron desde el banquillo.

Las victorias contra el Real Madrid siempre saben mejor que cualquier otra en el vestuario del Adecco Estudiantes, aunque no haya nada importante en juego. Y los colegiales no han podido resistirse a darse el gusto de tumbar al equipo de Bozidar Maljkovic, a beneficio de inventario, en un derbi, correspondiente a la decimotecera jornada de la primera fase de la Euroliga, para la anécdota que Louis Bullock, Alberto Herreros y Antonis Fotsis vieron desde el banquillo.
L D (EFE) Carlos Suárez fue el mejor de la noche. El cuarto enfrentamiento madrileño de la temporada -segundo en competición continental- nació huérfano de objetivos tangibles por la eliminación consumada de los colegiales para la segunda fase y la cita que ambos equipos tienen el próximo 18 de febrero en los cuartos de final de la Copa del Rey, un buen motivo para esconder variantes tácticas, pero esos detalles pasaron desapercibidos para el joven alero estudiantil. Suárez, una de las últimas incorporaciones de la cantera del Ramiro de Maeztu (18 años y 2,03 metros), aprovechó su presencia en el cinco titular para dar fe de su ambición y del deseo de trazarse un camino en la elite. Exprimió cada uno de los segundos que disfrutó sobre la pista y rebañó ocho puntos en cuatro buenas acciones que abrieron senda para el Estudiantes.

El alero puso la nota de color en un partido disputado con enormes reservas desde ambos banquillos. La eliminatoria de Copa aconsejaba esconder la pizarra del mismo modo que la saturación del calendario recomendaba limitar los minutos de los hombres más cargados. El empuje de jugadores como Suárez y Andrés Miso, ávidos de pisar el parqué, hizo más incisivo al Estudiantes. El Madrid, mientras tanto, asumía la situación con tranquilidad. Poca rotación, menos tensión de la habitual y la sensación de poder forzar la máquina si las cosas se ponían feas quitaron mordiente a los blancos. Los colegiales, no obstante, les hicieron salir del letargo. Diez puntos de diferencia mediado el segundo cuarto exigían respuestas para evitar malas situaciones mentales y satisfacciones gratuitas al rival de enfrente (32-22 m.15).

Una buena racha del germano-croata Mario Stojic previa al descanso, con siete puntos seguidos, volvió a nivelar el tanteador (42-39), pero el Madrid no acabó entrar en faena. Cuando regresó del vestuario aceptó de nuevo el papel de mero perseguidor, muy de cerca, pero sin atajar por ninguna parte. Suárez reapareció con el partido mucho más vivo en la grada que en la cancha, al final del tercer cuarto. El madrileño tampoco desperdició la ocasión y redondeó su noche. Firmó una penetración y un triple para acabar el periodo y en la primera posesión del último cuarto clavó otro tiro lejano que Vistalegre celebró a viva voz.

El Estudiantes, después de tres derrotas consecutivas frente al enemigo blanco, después de perder el tren para la segunda fase y después del terremoto tras el cambio de directiva -aún activo-, vislumbró la ocasión de darse una alegría y en el último tramo ya no dio opción de redimirse a su huésped, que le buscó las vueltas desde el triple (76-71 m.36). Al margen de la intrascendencia del resultado más allá de la honra y de la buena nueva de Suárez, el Madrid, uno de los mejores defensores de la Euroliga, suspendió otra vez en la destrucción de juego -encajó un marcador muy por encima de su media de la temporada-. Las consecuencias no pasan de la felicidad que eso repartió entre los seguidores estudiantiles.

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