L D (EFE) La raqueta de Banja Luka ha terminado definitivamente por el maleficio de finalista que le ha acuciado en el presente curso. Ljubicic, que sobrevivía con el lejano triunfo logrado en Lyon en el 2001, tuvo que disputar cuatro finales este año para sumar su segundo título de su carrera. Ferrero, anclado en la gloria que alcanzó en el 2003, cuando ganó los Masters Series de Madrid y Montecarlo, Roland Garros y Valencia, disputó la final del Abierto de Estados Unidos y se convirtió en número uno del mundo, contempló su declive el curso después víctima de los males físicos que le sometieron en el 2004, que le condenaron al olvido.
El tenista valenciano ha aguardado al 2005 para remontar el vuelo. Una vez que la puesta a punto le ha acompañado y que ha dejado de lado las dolencias y enfermedades. Vuelve a estar en los momentos notables de los torneos. Y ya se dejó ver por los torneos de Barcelona, donde jugó la final, por el Masters Series de Montecarlo y el torneo de Pekín, en los que avanzó hasta semifinales, y en los de Umag, Halle, Palermo y Bastad, en los que se estancó en cuartos. Viena parecía una ocasión pintiparada para reconducir su lista de éxitos y heredar la corona conquistada por Feliciano López el pasado año en la capital austríaca.
Pero Ferrero se topó con el buen momento de Ljubicic. Un tenista acomodado a la superficie dura de Viena. Ataviado por un excelso servicio y una solvente volea. Así desbordó al valenciano en el primer parcial. Sólo el transitorio descenso físico abrió las opciones, progresivamente, del español, que disfrutó de alguna opción más. Mantuvo el tipo sin ceder su saque en el segundo parcial hasta el décimo juego, donde Ljubicic logró el 'break' y se apuntó el set (6-4).
El croata ya no anduvo tan fino en la tercera manga. Pero Ferrero no pudo romper el saque de su rival. Disfrutó de una buena ocasión en el noveno juego. Con 4-4 pero el balcánico solventó la circunstancia y el parcial quedó abocado al desempate, donde la autoridad de Ljubicic fue manifiesta. "Esto es increíble para mí. Estaba realmente cansado en el comienzo de esta semana pero mejoré y he ido a más. Los partidos han sido cortos y eso me ha venido bien. Esa ha sido una de las claves para la final", explicó el croata, que sumó en Viena su duodécima victoria seguida.
El tenista valenciano ha aguardado al 2005 para remontar el vuelo. Una vez que la puesta a punto le ha acompañado y que ha dejado de lado las dolencias y enfermedades. Vuelve a estar en los momentos notables de los torneos. Y ya se dejó ver por los torneos de Barcelona, donde jugó la final, por el Masters Series de Montecarlo y el torneo de Pekín, en los que avanzó hasta semifinales, y en los de Umag, Halle, Palermo y Bastad, en los que se estancó en cuartos. Viena parecía una ocasión pintiparada para reconducir su lista de éxitos y heredar la corona conquistada por Feliciano López el pasado año en la capital austríaca.
Pero Ferrero se topó con el buen momento de Ljubicic. Un tenista acomodado a la superficie dura de Viena. Ataviado por un excelso servicio y una solvente volea. Así desbordó al valenciano en el primer parcial. Sólo el transitorio descenso físico abrió las opciones, progresivamente, del español, que disfrutó de alguna opción más. Mantuvo el tipo sin ceder su saque en el segundo parcial hasta el décimo juego, donde Ljubicic logró el 'break' y se apuntó el set (6-4).
El croata ya no anduvo tan fino en la tercera manga. Pero Ferrero no pudo romper el saque de su rival. Disfrutó de una buena ocasión en el noveno juego. Con 4-4 pero el balcánico solventó la circunstancia y el parcial quedó abocado al desempate, donde la autoridad de Ljubicic fue manifiesta. "Esto es increíble para mí. Estaba realmente cansado en el comienzo de esta semana pero mejoré y he ido a más. Los partidos han sido cortos y eso me ha venido bien. Esa ha sido una de las claves para la final", explicó el croata, que sumó en Viena su duodécima victoria seguida.