(Libertad Digital) A finales de 2004, durante la fiesta de Navidad, miles de ciudadanos se vieron atrapados en la carretera por la nieve caída. El Gobierno fue incapaz de dar soluciones. No había quitanieves, ni Guardia Civil, ni asistencia para los bloqueados. Nada. El Gobierno culpó a los conductores y les llamó “irresponsables” por viajar sin cadenas.
Después llegó la Semana Santa. Mas de doscientos kilómetros de atascos fastidiaron el descanso a los españoles, y eso que se trata de salidas y regresos escalonados pues no todos los ciudadanos tienen los mismos días de vacaciones. Dio igual. Tráfico tampoco fue capaz de adoptar medidas y ser eficaz.
Un mes más tarde fue el Puente de Mayo en la Comunidad de Madrid. A lo largo de dos días las vías de Madrid se convirtieron en una ratonera, incluso durante la madrugada con más de cien kilómetros de retenciones en una sola comunidad. Zapatero culpó en esta ocasión al buen tiempo. Los conductores, ya hartos de no poder disfrutar ni una vez de unos días de asueto, denunciaron la imprevisión de las autoridades. El PP se sumó a las acusaciones de los conductores y dijo que los atascos se debían a la “falta de previsión y la incompetencia” del Gobierno.
El siguiente caos lo protagonizó el Puente de Santiago. Incomprensiblemente, pues el 25 de julio muchísimos ciudadanos están de vacaciones estivales, las carreteras volvieron a convertirse en una pesadilla. Para el Gobierno, la culpa vuelve a ser de los ciudadanos, que tienen que buscar alternativas en los medios de transporte. “Suele pasar y seguirá pasando”, dijo Tráfico sin el menor sonrojo.
Entre tanto, el director general de Tráfico, Pere Navarro, ha dado una larga serie de soluciones sorprendentes para paliar tanta ineptitud. Desde que unos cuantos rádares sustituyan a la Guardia Civil, a obligar a dar vacaciones por regiones.