L D (EFE) Los envites ante el CSKA y el Panathinaikos, los dos 'capos' del grupo, alumbraron una realidad que cada día arroja más sombras. El éxito del Pau en el Palacio Vistalegre pone de manifiesto el desconcierto de una plantilla atípica, perfilada para el futuro pero, de momento, con un sombrio presente. La depresión blanca salta a la vista. El Pau, un equipo que sólo había ganado al Partizan, que cayó en Belgrado y en pista francesa, dominó el choque sin ningún agobio salvo en un tramo del tercer cuarto y, cuando más claro lo veía el Madrid, encadenó un parcial de 0-12 (de 66-62 a 66-74) que sentenció el choque.
Bastó con el acierto desde la línea de personal de Loonye Cooper para desmontar el castillo de naipes español. El compromiso de los jugadores blancos es indiscutible. Lo intentan todos los partidos y también lo intentaron ante los franceses. Sin embargo, están sumidos en la más absoluta confusión, la rotación del banquillo es muy corta, los proyectos de futuro aportan lo que pueden -más el croata Marko Tomas que el bosnio Nevdad Sinanovic- y las dudas empiezan a cebarse en los hombres que deben sostener al equipo.
La ansiedad local, de hecho, favoreció a un Pau Orthez que ni siquera sufrió. Aprovechó la puntería del ucraniano Artur Drozdov desde el arco de triples, la permisividad defensiva y el desconcierto atacante del Real Madrid para anotarse una victoria que probablemente no esperaba. Una simple zona 2-3 utilizada puntualmente por el Pau desmanteló las escasas ideas ofensivas madridistas, que ya empiezan a ser una evidencia estadística dentro de la competición. El Madrid aún tiene el camino hacia la segunda fase abierto, pero debe decidir a qué juega si quiere competir con los grandes del continente.
Bastó con el acierto desde la línea de personal de Loonye Cooper para desmontar el castillo de naipes español. El compromiso de los jugadores blancos es indiscutible. Lo intentan todos los partidos y también lo intentaron ante los franceses. Sin embargo, están sumidos en la más absoluta confusión, la rotación del banquillo es muy corta, los proyectos de futuro aportan lo que pueden -más el croata Marko Tomas que el bosnio Nevdad Sinanovic- y las dudas empiezan a cebarse en los hombres que deben sostener al equipo.
La ansiedad local, de hecho, favoreció a un Pau Orthez que ni siquera sufrió. Aprovechó la puntería del ucraniano Artur Drozdov desde el arco de triples, la permisividad defensiva y el desconcierto atacante del Real Madrid para anotarse una victoria que probablemente no esperaba. Una simple zona 2-3 utilizada puntualmente por el Pau desmanteló las escasas ideas ofensivas madridistas, que ya empiezan a ser una evidencia estadística dentro de la competición. El Madrid aún tiene el camino hacia la segunda fase abierto, pero debe decidir a qué juega si quiere competir con los grandes del continente.