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España acusa el apagón de sus estrellas y regala a Francia su primer oro europeo (23-31)

Al igual que le ocurriera hace ocho y diez años, la selección española de balonmano ha tenido que conformarse con la medalla de plata en el Campeonato de Europa al perder la final ante Francia. El equipo de Claude Onesta, con Nikola Karabatic como gran figura al marcar once goles, se venga así de la derrota sufrida en la primera fase a manos de España, que esta vez ha acusado el apagón de jugadores como Iker Romero, Rolando Uríos y Alberto Entrerríos.

Al igual que le ocurriera hace ocho y diez años, la selección española de balonmano ha tenido que conformarse con la medalla de plata en el Campeonato de Europa al perder la final ante Francia. El equipo de Claude Onesta, con Nikola Karabatic como gran figura al marcar once goles, se venga así de la derrota sufrida en la primera fase a manos de España, que esta vez ha acusado el apagón de jugadores como Iker Romero, Rolando Uríos y Alberto Entrerríos.
L D (EFE) Y eso que el arranque de partido no pudo ser más esperanzador ya que, tal y como ocurriera en la primera fase del torneo, en la que España se impuso por 29-26 al conjunto francés, a los galos se les volvió a atragantar la defensa 6-0 con la que inició el encuentro el equipo de Juan Carlos Pastor. Esto, unido a la fluidez del ataque español, que logró dos de sus tres primeros goles en ataque estático por medio de los extremos Juanín García y Albert Rocas, permitió a la selección iniciar el choque con ventaja en el marcador (4-1).

Pero como ya había advertido en la jornada previa el seleccionador español, el mayor peligro del conjunto galo llega cuando puede imprimir velocidad a su juego, bien por aciertos defensivos o, como ha ocurrido en esta final, por deméritos del equipo rival en el ataque. Si las primeras ofensivas del equipo nacional habían funcionado con la precisión de un reloj, los siguientes ataques españoles se enmarañaron en el 5-1 galo, lo que unido a una exclusión del pivote Juancho Pérez, permitió a Francia dar la vuelta al marcador (5-7). Una desventaja que pudo haber sido todavía mayor de no ser por las acertadas intervenciones del portero David Barrufet, que detuvo hasta dos contragolpes del equipo francés.

Con Barrufet funcionando al cien por cien, y los extremos a pleno rendimiento, al conjunto español tan sólo le faltaba la presencia de Iker Romero, máximo goleador en el torneo del equipo español, que no marcó su primer tanto hasta los 16 minutos de juego. Un problema al que se le unió otro más grave, la lesión de Barrufet, que tuvo que dejar su puesto a José Javier Hombrados a los 15 minutos por problemas en el gemelo de la pierna izquierda, tras una espectacular parada ante Luc Abalo.

Aunque, y como no se cansa de repetir una y otra vez Pastor, si algo tiene esta selección es su competitividad y su ambición, el carácter para no perder nunca la cara a los encuentros por muy difíciles que se pongan. Así, un par de nuevos goles de Juanín García y otros dos de Rolando Uríos permitieron seguir a España enganchada al marcador (12-12). Pero es muy difícil seguir el ritmo al conjunto francés, que tiene su principal seña de identidad en su atosigante defensa, sin el concurso de dos piezas claves como Romero, que concluyó el primer tiempo con tan sólo dos goles -uno de ellos de penalti-, y Entrerríos, que anotó un único gol. Circunstancia que no desaprovechó Francia, doble campeón mundial, para marcharse al descanso con una cómoda ventaja de cuatro goles (13-17), que ponía las cosas muy difíciles las cosas el equipo español para la segunda mitad.

Una renta que, pese a que España dispuso de una superioridad numérica en los primeros minutos de la reanudación, la selección no pudo llegar a recortar (16-20) debido al cortocircuito constante en el que parecían vivir sus estrellas. España necesitaba con urgencia un revulsivo, pero la entrada del cañonero Julio Fis tampoco sirvió para reactivar el juego español, que tan sólo encontró en Juanín García, que realizó su mejor partido del torneo, un motivo para la esperanza. Las carreras del extremo del Barcelona y las paradas de Hombrados impidieron por un momento a España descolgarse definitivamente en el marcador, pero en el fondo, y como quedó demostrado, eran argumentos insuficientes para pelear por el oro.

Francia, liderada por un espectacular Karabatic, fue aumentando gol a gol su ventaja hasta llegar a una máxima renta de siete goles (27-20) a falta de diez minutos para la conclusión, que prácticamente sentenciaba el título a favor del conjunto galo. Diez minutos que tan sólo sirvieron para el lucimiento personal de la figuras francesas ante un cada vez más abatido equipo y que tan sólo pudo ser un invitado en la fiesta francesa por su primer título continental en la primera final que disputaba.

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